González saluda a Antonia Otero, a la que entregó un premio por su labor en Doñana. :: EFE
ANDALUCÍA

«Cuando dejé el Gobierno, sólo echaba de menos el Parque»

González se estrena como presidente de un consejo en el que científicos y ecologistas advierten de los peligros para el entorno

SEVILLA. Actualizado: Guardar
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Felipe González eclipsó la jornada de homenaje a Doñana y sus gentes. El ex mandatario se estrenaba como presidente del Consejo de Participación de Doñana, órgano en el que están representados todos los colectivos e instituciones relacionados con la comarca. La de ayer fue su primera intervención pública tras presidir el día antes su primer consejo. Llegó con la mochila cargada de anécdotas personales relacionadas con Doñana y quiso dejar claro su afecto personal por la reserva natural, que visitaba siendo chaval, aunque no podía traspasar sus muros.

Lo hizo siendo presidente, recordando que puso de moda entre los inquilinos de La Moncloa las vacaciones en el parque nacional. «Para mí es un reencuentro», dijo para explicar sus sentimientos con su nuevo cargo. Fue más allá y comentó que, tras 14 años en el Gobierno, cuando le preguntaban después qué echaba de menos, él respondía: «Sólo echo de menos Doñana».

Era un mensaje para ganarse al público y lo consiguió. Arrancó sonrisas y gestos de asentimiento. En la sala desplegó sus habilidades oradoras para ganarse también a los representantes de los colectivos e instituciones con los que compartirá mesa de discusión sobre Doñana. Habló de que sus primeras lecciones sobre el parque se la dieron los guardas -«Aprendí de Doñana con los guardas»- y citó sus nombres, como el de Antonio El Pato, el pescador con el que salía algunas tardes. «Mucho no pescábamos, la verdad», mencionó.

Y también dijo que aprendió mucho de Miguel Delibes, director de la Estación Biológica, «tan hondo y tan humilde como su padre». Sus requiebros llegaron a Juan Romero, representante de Ecologistas en Acción en el Consejo, al que apenas conoce, pero del que ya ha tomado nota sobre su defensa a ultranza de la conservación de Doñana y su pelea contra los eucaliptos. A él le dirigió su mensaje de que hay que compaginar la actividad humana con la preservación de «esta joya de la naturaleza que tenemos».

Peligro para los linces

Ese «milagro», como también llamó Felipe González a Doñana, sigue estando amenazado pese al blindaje de su protección. Lo comentaban precisamente Delibes y Romero después del acto.

Delibes comparaba al Doñana de hace 40 años y al de ahora: «Entonces era un condenado a muerte con buena salud, y ahora es un indultado, con más años, más viejo y con más necesidades». El biólogo insistió que, pese a que el futuro de Doñana está garantizado por sus numerosas barreras artificiales, hay aspectos indirectos «difíciles de percibir» que siguen amenazando al parque.

Citó la lucha por el agua con los cultivos del entorno (en referencia a la fresa), «que hay que vigilar». También reclamó que no se asfalten más carreteras, verdadero peligro para los linces. En esto coincidió con Juan Romero, quien reclama planes de emergencia para recuperar el lince y el águila imperial, que se estudien alternativas a las carreteras que cruzan el parque nacional y buscar «el equilibrio y el uso racional del agua».