TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

UN MINI SIVE PARA EL GUADALQUIVIR

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El general Antonio Dichas, desde la Comandancia de la Guardia Civil en Cádiz, fue uno de los puntales de la puesta en marcha del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior, ya saben ese muro electrónico que sirve supuestamente para blindar la fortaleza europea y permite capturar a los narcotraficantes o a los inmigrantes clandestinos, e incluso rescatarles en alta mar si no se tuercen las cosas y ocurren tragedias como la de Rota.

A finales de 2001, se dieron los primeros pasos oficiales para la instalación de las dos primeras torretas del Sistema Integral de Vigilancia del Estrecho (SIVE), con un presupuesto inicial de 120 millones de euros, que no sólo cubriría en un principio los costes de ese dispositivo estático de detección, sino que incorporaría unidades móviles como helicópteros, embarcaciones rápidas y automóviles. Se trataba, al menos sobre el papel, de un refuerzo técnico considerable respecto a los que disponían entonces los mil guardias que vigilan la costa entre la Costa del Sol y Barbate, en cuya Sierra del Retín iría ubicada, luego, la tercera instalación de estas características. En principio, se fijaron estaciones de sensores de temperatura, dotadas de tecnología avanzada, bien móviles -capaces de determinar a tan sólo cinco kilómetros el número de ocupantes de una embarcación de pequeña envergadura- como fijas, con un radio de detección estándar de diez kilómetros. Su señal empezó pronto a ser transmitida a una de las Centrales Operativas de Servicio (COS), radicadas en las comandancias de la Guardia Civil de Cádiz o de Algeciras y conectadas a su vez con una central de coordinación en Sevilla.

En los últimos nueve años, el SIVE ha crecido, aunque otros medios técnicos más convencionales sigan dando que desear. Con la actual perspectiva histórica, está claro que su puesta a punto modificó el mapa de entrada de la inmigración clandestina por el sur de la Península: aunque se mantiene una ocasional ruta de lanchas fueraborda que siguen las antiguas travesías de las pateras, el trasiego de espaldas mojadas se desvió hacia Canarias desde las vecinas costas de Marruecos, Mauritania y Senegal. Una ruta peligrosa y que ha costado demasiadas muertes en demasiado poco tiempo. Pero se habla poco de lo que este sistema contribuyó a la apertura de otra puerta falsa para los sin papeles a través de Cerdeña y Sicilia, desde las costas vecinas de Túnez y de Libia.

Dichas conocía bien la provincia gaditana. Extremeño de La Zarza, licenciado en Derecho y diplomado en Criminología en EE UU, ocupó durante seis años con el empleo de coronel la jefatura de la Comandancia de Cádiz, durante una etapa en que se produjeron sucesivos golpes al narcotráfico aunque llegó a mostrar públicamente su descontento por el hecho de que los esfuerzos en dicho sentido por parte de las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado contratasen con la actuación del poder judicial y del legislativo en ese mismo frente. Ahora, cuando ha pasado de ser General de Brigada a General de División, acaba de hacer las maletas para trasladarse a Madrid, donde dirigirá la Agrupación General de Tráfico. Sin embargo, se marcha con los deberes hechos y no sólo por el trabajo que ha llevado a cabo al objeto de rehabilitar las decrépitas casas cuartel del sur: tras ocupar durante los últimos cuatro años el cargo de general jefe de la IV Zona de la Guardia Civil, que comprende Andalucía y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, deja prácticamente cerrado el proceso de instalación del SIVE a lo largo de la costa andaluza, desde Huelva hasta Almería. Esa compleja trama de dispositivos electrónicos y recursos técnicos y humanos que la burocracia agrupa bajo ese acrónimo tan sólo tiene, al día de hoy, un coladero, el del río Guadalquivir, todavía carente de controles que no sean los convencionales y por donde no cruzan por lo común espaldas mojadas sino contrabandistas de droga.

No en balde, el norte de Marruecos, en un perímetro que media entre Tetuán y Fes o el valle de Ketama, siempre fue un granero de cannabis para Europa. En ese territorio se extienden no menos de 85.000 hectáreas del cáñamo índico que hizo bajarse al moro a varias generaciones de fumadores del cigarrillo de la risa. Pero también atrajo a comerciantes de cocaína, de heroína y de otros paraísos artificiales. Por no hablar de los traficantes de influencias, ya que la Unión Europea dejó un buen dinero para intentar inútilmente la reconversión agraria de tan sustanciosos cultivos por otros que no quedasen manifiestamente fuera de la ley a esta orilla. El SIVE también disuadió a los transportistas del cáñamo que de vez en cuando usaron a la inmigración clandestina para camuflar sus envíos o como señuelos humanos para distraer la atención de los nuevos vigilantes de la playa. También surgieron nuevas rutas para este mercado negro: incluso, las ribs ('rigid inflatables boats') que Arturo Pérez Reverte inmortalizara en 'La reina del sur', alcanzaban desde Nador y Alhucemas, las aguas internacionales que sirven de frontera marítima con las de Argelia, hasta besar el levante español. Pero a pesar de tantos cacharros electrónicos, de vez en cuando alguien vuelve a romper el muro electrónico del Estrecho. Y, desde luego, sigue ocurriendo río arriba, junto al Golfo de Cádiz, porque un fallo técnico impide que el SIVE barra también dicho perímetro.

Cargamentos de hachís, cocaína o heroína se cruzan con los flamencos de Doñana. El eurodiputado de IU, Willy Meyer, lleva años dando la vara con este asunto, habida cuenta de que Europol tiene sobrados informes sobre el volumen de entrada de estupefacientes por esa vía y sobre todo si se tiene en cuenta que incluso se ha llegado a hablar de comercio de armas. Quizá, sin embargo, no sólo sea caro sino inútil plantar un mini-SIVE en nuestro Río Grande. Y tal vez tan sólo habría que buscar soluciones sostenibles para garantizar una mejor vigilancia en dicha encrucijada. Algunos periodistas, al despedirse Dichas, se lo preguntaron. Y contestó que sí. Es más, que ya se encuentra proyectada la instalación de una serie de paneles que permitirán colocar allí semejantes porteros electrónicos.