Milicianos del basij, uno de los pilares de la seguridad del régimen iraní, desfilan frente al mausoleo de Jomeini en Teherán. :: AP
MUNDO

El régimen iraní atenaza a los reformistas

El líder supremo persa llama a tomar hoy las calles para propinar un «puñetazo a la arrogancia» de Occidente y la disidencia La oposición denuncia una ola de arrestos para evitar protestas en el aniversario de la revolución

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«Olas de secuestros nocturnos» y «desapariciones». Así definen las últimas jornadas en Irán algunos de los periodistas persas más famosos en el exilio que, en un intento desesperado por denunciar «el estado de terror policial» que impera en el país, se dirigieron ayer vía correo electrónico a los medios de todo el mundo para pedir que no sucumban «a la propaganda del régimen». La Premio Nobel de la Paz, Shirin Ebadi, también expatriada, denunció a su vez «el alto número de detenciones sin garantías de activistas políticos, civiles y culturales», una cascada de arrestos que en las últimas horas ha llevado a la cárcel a quince periodistas más -con lo que ya son 65 los profesionales encerrados desde el verano, según Reporteros Sin Fronteras-, y que ha afectado también a familiares y amigos de los principales líderes del movimiento verde, tal y como denunciaron las webs reformistas.

Irán celebra hoy su Día Nacional y miles de personas volverán a tomar las calles de las principales ciudades del país para celebrar el aniversario del triunfo de la revolución islámica. Pero este 31 aniversario no es uno más, ya que siete meses después de la polémica reelección de Mahmud Ahmadineyad como presidente, el régimen se encuentra dividido. Partidarios del Gobierno y la oposición se verán de nuevo las caras en una cita que todos tienen marcada en rojo en sus calendarios, pero por motivos bien diferentes.

«Será un puñetazo a la arrogancia de nuestros enemigos», declaró el líder supremo, Alí Jamenéi. Los gobernantes no quieren que se repitan las escenas de anteriores celebraciones como el Día de Jerusalén, el Día del Estudiante o la Ashura, que terminaron con muertos, graves altercados y detenciones masivas. Para evitar la necesidad de reprimir con violencia las protestas en una jornada festiva en la que familias enteras caminarán por las calles, las autoridades han empleado una estrategia disuasoria que se inició con el ahorcamiento de Mohamed Reza Alí Zammani y Aresh Rahmanipur y culminó ayer con la tercera sentencia de muerte para un prisionero político bajo la acusación del delito de 'moharebé' (guerra contra Dios). Un aviso para aquellos que se animen a salir a la calle a protestar y que en los últimos días han vivido en un clima de paranoia debido a las noticias sobre decenas de detenciones practicadas entre miembros del movimiento verde.

Despliegue policial

La plaza Azadi (Libertad) será el escenario central de la celebración y testigos consultados aseguran que está sometida a un fuerte control por parte de las fuerzas del orden, que establecerán un anillo de seguridad para evitar el acceso de los opositores. Se espera también la llegada de miles milicianos basij desde distintas provincias y una fuerte presencia policial en los lugares en los que habitualmente se concentran los manifestantes. Pese al gran despliegue, el ministro de Inteligencia, Heydar Moslehi, piense que «el mismo pueblo será el principal y el mejor agente de seguridad en la manifestación, que si Dios quiere se celebrará gloriosamente y será una dura respuesta a los enemigos».

«Hay mucha tensión en las calles y se practican registros desde hace días para que la gente no esconda propaganda verde en el centro», asegura un periodista consultado en Teherán, que piensa que «hoy asistimos a la culminación de las protestas que se iniciaron en junio, es el día clave». A la presión policial hay que añadir el silencio mediático logrado por Teherán gracias al contencioso nuclear y al intento de asalto de la embajada de Italia por parte de un puñado de radicales. Mientras en el interior de Irán sólo se habla de la lucha en las calles prevista para toda la jornada, en el exterior se debate el anuncio del incremento en el enriquecimiento de uranio a un 20% y la próxima construcción de diez nuevas instalaciones nucleares.