Un hombre lleva en brazos una niña muerta en el bombardeo con armas químicas en un barrio de Damasco el pasado 21 de mayo. / Daya AI-Deen (Reuters)
RUSIA

El cinismo de Putin

El presidente ruso es uno de los principales responsables del fracaso de otras vías para castigar al régimen sirio y evitar la intervención armada

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El conflicto de Siria le ha brindado a Putin una nueva oportunidad para presentar a Rusia con el ficticio resplandor de una superpotencia en vez del poder en declive que en realidad es. El exespía del KGB no logra despegarse de su funesta atracción por las estrategias de la guerra fría, pese a que es imposible que pueda albergar alguna duda sobre el destino fatal del régimen de Assad, dure lo que dure el conflicto.

Uno de los responsables de que hayan fracasado otras vías, incluida la diplomática, para forzar un cambio de la situación en Siria y evitar una intervención armada como la que está a punto de producirse ha sido indudablemente el mandatario ruso. Assad ha tenido en Putin un aliado incondicional en el Consejo de Seguridad para frenar en seco cualquier proyecto lesivo para los intereses de Damasco. Hasta tres veces, Moscú, junto a Pekín, vetó las iniciativas de condena y adopción de sanciones contra Siria.

El colmo de cinismo del Kremlin se produjo a principios de esta semana cuando a bombo y platillo anunció que Rusia no excluiría respaldar una intervención armada en caso de que fuera autorizada por el Consejo de Seguridad de la ONU y si se hubiera probado de forma contundente tanto la existencia de una agresión con armas químicas como su autoría. Aunque algunos medios despistados llegaron a calificar esta broma pesada de cambio de actitud de Moscú, nadie pensó que el respaldo ruso al Gobierno sirio fuera a debilitarse. Obviamente el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, calificó de vaguedades las pruebas aportadas por EE UU, Reino Unido y Francia sobre el uso de armas químicas por el Ejército sirio contra su población civil.

El ataque estadounidense a Siria, por muy puntual y limitado que sea, suscita muchas dudas y riesgos, pero los ataques contra la población civil no pueden quedar sin respuesta por parte de la comunidad internacional. Una respuesta que el régimen de Assad merecía mucho antes de que llegara a utilizar armas químicas. Al final, el presidente Obama se ha encontrado preso de sus advertencias y de la línea roja que él mismo marcó. La comunidad internacional, como casi siempre en este tipo de crisis, no ha estado a la altura de lo que requería la situación siria, pero Rusia y China han jugado un papel determinante para que ninguna iniciativa no bélica pudiera concretarse.