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Argelia: Mucho más que gas

El Gobierno Rajoy ha vuelto al razonado y práctico equilibrio de predilecciones magrebíes entre Marruecos y Argelia

MADRID Actualizado: Guardar
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Hay indicios reiterados que permiten suponer que el Gobierno Rajoy, como antes el Ejecutivo socialista de Zapatero, han vuelto, sin necesidad de decirlo, al razonado y práctico equilibrio de predilecciones magrebíes entre Marruecos y Argelia. En este contexto está hoy en Argel, al frente de una delegación de peso, el presidente Rajoy.

Los indicios mencionados al principio son hechos y gestos públicos, es decir, propios de la diplomacia abierta y parecen haber sido aceptados como una normalización también en Marruecos, donde notaron la deliberada tirantez impuesta a la relación bilateral con Rabat en el último año y medio de gobierno Aznar.

El entonces presidente del gobierno no perdonó a Rabat el incidente en la isla de Perejil (julio de 2002) y ordenó una visible predilección por Argel que se tradujo en dos gestos inolvidables, ambos del segundo semestre de ese año: proceder en Valencia a la firma del acuerdo de asociación de Argelia con la Unión Europea (es decir, apadrinarla) y firmar con Argel nada menos que un Tratado de Amistad del más alto rango diplomático. Dos mensajes a Rabat…

De ayer a hoy

El tiempo, tanto como la llegada del partido socialista al gobierno, ayudaron, sin embargo, a atenuar la tensión y a reordenar el escenario sin proclamarlo a diario. La base pragmática de la relación bilateral con Argelia seguía siendo la provisión de hidrocarburos, gas sobre todo, y los elementos propiamente políticos y de seguridad se mantuvieron en una razonable velocidad de crucero, como era de uso incluso en los terribles días de la guerra civil a puerta cerrada que devastó a Argelia y supuso la erradicación por vía militar del islamismo radical.

El país ha cambiado mucho en estos años y ahora, aunque con una tasa de paro anómalamente elevada entre los jóvenes, muchos de ellos formados por la extensión de la educación, ejecuta un plan de obras públicas de importancia sin precedentes y vive un auge económico respaldado por una sólida posición financiera… hija de los cuantiosos ingresos por la venta de hidrocarburos.

El gobierno, de corte muy técnico como siempre (el presidente de la República, Abdelaziz Buteflika desde 1999, es realmente el jefe del ejecutivo) ha hecho juiciosas inversiones estatales, incluidos préstamos a terceros y la solvencia del país es muy considerable. En ese registro es aún más comprensible que Madrid refuerce la relación bilateral porque las empresas españolas de ingeniería civil tienen posibilidades muy altas de conseguir jugosos contratos. Con Argelia no todo es, ni debe ser, gas, como me dijo hace ya muchos años el español que más sabía de eso entonces, Juan Badosa, fallecido en noviembre y que fue, con don Pedro Durán Farrell, el arquetipo del alto funcionario con visión de futuro y entregado a asegurar el aprovisionamiento energético.

Política, estrategia

Lo dicho explica de sobra por qué en la delegación española figuran los ministros de Asuntos Exteriores y del Interior. La diplomacia argelina se acomoda bien al único asunto sobre el que discrepan las dos partes: el futuro del Sáhara Occidental. Argel es el campeón de la causa independentista saharaui, pero puede comprender la prudencia equidistante española obligada por su condición de ex- potencia administradora. El asunto no compromete la relación bilateral, por no hablar del lejano apoyo a ETA o al independentismo canario de Antonio de León Cubillo, reliquias de un pasado que no volverá…

Al contrario, hay una considerable comunidad de intereses geopolíticos entre las partes, el principal de los cuales es fomentar el desarrollo económico y la industrialización de Argelia, pero también la cooperación en seguridad, es decir, en la lucha contra el terrorismo. Ese renglón adquiere ahora una importancia creciente por la notoria extensión hacia el Occidente árabe (eso quiere decir magreb: occidente) del radicalismo yihadista, en el caso argelino por su profundo sur, el que toca con el mundo africano y el llamado islam noir.

Se atribuye a Argel un papel central en la inquietante situación en Malí, cuyo norte está ocupado por fuerzas armadas irregulares afiliadas oficiosamente a al-Qaeda y contra las que, con inspiración francesa, se prepara una gran operación política y miliar a medio plazo a la que España prometido su cooperación. El ministro del Interior no se sorprenderá mucho si encuentra en sus colegas argelinos menos entusiasmo al respecto que en París. Los argelinos, que conocen el dossier como nadie y tienen gente sobre el terreno, prefieren dar mas oportunidades a un eventual arreglo político en Malí…