'Lucrecia' pasa a engrosar el fondo del Bellas Artes de Bilbao. / L. Tejido (Efe)
ARTE | PINTURA

Un Cranach enriquece la colección del Bellas Artes de Bilbao

Lucrecia’, una excepcional tabla del maestro alemán, fue comprada por 1,4 millones de euros gracias a un fondo de adquisiciones dotado por el BBVA

MADRID Actualizado: Guardar
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El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha incorporado a su colección una notable y delicada obra de Lucas Cranach el Viejo (Kronach, 1472–Weimar, 1553) gracias a la colaboración de la Fundación BBVA. El museo ha adquirido por 1,4 millones de euros ‘Lucrecia’, un excepcional óleo sobre tabla de 50,8 por 35,8 centímetros pintada en 1534 por el maestro alemán, reconocido protagonista, junto con Alberto Durero, del Renacimiento alemán. La tabla se exhibe desde hoy en la sala seis del museo vizcaíno.

El cuadro recoge un tema profano –propio del fervor humanista de la corte y la aristocracia por los temas clásicos–, que sirve a Cranach como pretexto para pintar uno de los más bellos desnudos de toda su producción. Es uno de los temas predilectos del pintor, del que llegó a ejecutar más de sesenta versiones.

Fechada en 1534 y firmada con el anagrama del pintor -una serpiente alada-, ‘Lucrecia’ es un óleo sobre madera de haya que durante generaciones ha pertenecido a una colección española. Se trata de la familia del marqués de Rafal, exiliado en Viena a comienzos del siglo XVIII por dirigir el levantamiento de Orihuela a favor del archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión (1701–1713). Amnistiado con la Paz de Utrecht regresó con la obra de Cranach a su palacio oriolano. A finales del siglo XIX el cuadro fue trasladado a Madrid, en donde ha permanecido desde entonces salvo los años de la Guerra Civil, cuando viajó a Figueras con los cuadros del Museo del Prado. Recientemente fue declarada bien inexportable por la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español, basándose en un informe emitido por el Museo del Prado.

El museo bilbaíno perseguía desde hace años una incorporación relevante a su colección de arte antiguo. La aparición de una obra tan destacada y en una coyuntura favorable constituyó una ocasión única para el museo. Otras dos adquisiciones recientes de obras del maestro renacentista alemán alcanzaron los 5,3 millones de euros que un particular pagó por ‘David y Betsabé’ (1534) y lo y 4 millones que el Louvre pagó este mismo año por ‘Las tres Gracias’ (1531).

La pinacoteca bilbaína no tenía obras de Cranach, pero sí piezas de coetáneos, como ‘La Sagrada Familia’ de Jan Gossart, ‘Piedad al pie de la cruz’, de Ambrosius Benson, o ‘Lamentación sobre Cristo muerto’ de Pieter Coecke. La pintura se ha pagado con cargo al fondo de adquisiciones dotado por BBVA para la compra de obras de arte. Creado en 2002, permite una gestión estable para el enriquecimiento de la colección del museo. Ha sido recientemente renovado por un valor de 2,1 millones de euros a siete años, periodo en el que las instituciones fundadoras del museo –Ayuntamiento de Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia y Gobierno Vasco– devolverán el principal, mientras que la Fundación BBVA se hará cargo de los intereses.

Los museos españoles atesoran un reducido conjunto de obras de Cranach. Cinco pertenecen al Museo Thyssen-Bornemisza, tres al Museo del Prado, una al Museo Lázaro Galdiano, una al Museo de Bellas Artes de Sevilla y una al Museu Nacional d’Art de Catalunya. De ellas, únicamente en ‘La ninfa de la fuente’, del Thyssen, se representa un desnudo femenino, mientras que las demás son temas religiosos, retratos o paisajes.

Reformista

Pintor y grabador, Lucas Cranach el Viejo tomó su nombre de la pequeña ciudad alemana de Kronach (Franconia), en donde nació y recibió de manos de su padre las primeras enseñanzas del oficio. Firme partidario de la Reforma protestante, fue amigo íntimo de Martín Lutero, para quien pintó obras religiosas de carácter didáctico y varios retratos. También creó su propio ideal de desnudo femenino, cuyo particular atractivo ha perdurado hasta nuestros días.

Se conoce poco de sus años tempranos, aunque está documentada su presencia en Viena hacia 1502. El ambiente surgido en esa ciudad en torno a la universidad ejerció gran influencia en Cranach, quien, a partir de entonces, asumiría los ideales humanistas. En 1505 se encontraba en Wittenberg, en donde permaneció hasta 1550 al ser nombrado pintor de corte por el elector Federico III. Allí, y siguiendo el modelo humanista, no solo sirvió como pintor y grabador sino que también se ocupó de la organización del artesanado, de la supervisión de los proyectos arquitectónicos, del desarrollo de las ceremonias y de todo el ambiente estético relacionado con la corte. Como burgomaestre de la ciudad, fue también propietario de una librería y una farmacia, y emprendió diversos negocios que le proporcionaron prosperidad y una buena posición.

En 1508 viajó en misión diplomática a los Países Bajos, a la corte del emperador Maximiliano. Desde ese momento se apreciará un cambio en su pintura, que resolverá las figuras mediante un suave modelado. A partir de 1520 su activo taller, en donde trabajaron sus dos hijos Hans y Lucas Cranach el Joven, comenzó a recibir numerosos encargos y, junto a los temas religiosos y los retratos, desarrolló una amplia producción de temas clásicos y mitológicos.

En los últimos años de su vida Cranach acompañó al exilio al elector Juan Federico I; primero a Augsburgo y más tarde a Weimar, en donde murió en 1553. Artista versátil y prolífico, Lucas Cranach el Viejo dejó gran cantidad de pinturas y grabados, y un taller que le sobrevivió y continuó creando versiones de sus obras décadas después de su muerte