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Mas: «El proceso soberanista sigue en pie, va adelante»

El president del Govern tiende la mano a ERC para ser "corresponsable" de la gobernabilidad

BARCELONA Actualizado: Guardar
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A pesar de la fuerte caída en votos y en número de escaños de CiU, el president del Govern, Artur Mas, afirmó que no renunciará a su proyecto soberanista. "El proceso sigue en pie, va adelante", señaló ante la militancia, en un hotel Majestic abarrotado de gente, pero buena parte de ellos con caras más largas de lo esperado. Mas no fue tan contundente como en la campaña, en la que repitió por activa y por pasiva que el referéndum sobre la autodeterminación se celebrará si o sí en la próxima legislatura. "Intentaré celebrarla", se limitó a decir ante los suyos, entre gritos a favor de la independencia. "La situación es más complicada, pero no quiere decir que el país tenga que renunciar", aseguró. Mas hizo una referencia a los que "hagan una lectura eufórica" de su mal resultado. "Que tomen en cuenta que el proceso no queda abortado, que sepan sumar y restar", dijo. Desde CiU se aferran a la suma de las fuerzas que apoyan el derecho a decidir (CiU, ERC, ICV y CUP), que superan en un escaño al resultado que obtuvieron CiU, ERC, ICV y SI en 2010 y por tanto consideran que el proyecto de consulta ha quedado reforzado. Otra cosa, dijo Mas, es lo que apoyan el estado propio. En ese caso, el bloque nacionalista (CiU, ERC y las CUP, en este caso sin Iniciativa) pierde dos escaños. "Hay que trabajar mucho para conformar la mayoría social” a favor del estado propio", dijo Mas.

El president del Govern, que salió por cuarta vez al balcón del Majestic desde 2003, se dirigió a ERC. "Somos los únicos que podemos liderar el Govern y el proceso soberanista pero no solos, debe haber corresponsabilidad, sino el país se volverá ingobernable", espetó. "No podemos hacernos responsables únicos de las tareas de Govern. Hay que abrir un periodo de reflexión general", señaló Mas, que atribuyó la caída de su formación a la crisis y al efecto producido por su política de recortes.

Y es que, la situación se le ha complicado a CiU. Su opción era obtener una mayoría excepcional, es decir, absoluta para tener las manos libres y gobernar en solitario. Pero ahora la cosa cambia y necesitará apoyos externos. Hasta la fecha, CiU se apoyaba en el PP para sacar adelante las políticas económicas y recurría a ERC para aprobar las iniciativas de corte identitario. Con el resultado de este domingo, la gobernabilidad sólo es posible con ERC, porque con el PP, después de todo lo que se han dicho durante la campaña se antoja casi imposible que puedan recomponer los puentes de diálogo. ERC, una de las triunfadoras de la noche, deberá hacer de tripas corazón para aprobar nuevos recortes, si quiere que Mas no se arrugue con el plan soberanista. Esquerra apretará para que Mas no se eche para atrás y mantenga su proyecto de convocar un referéndum en los próximos cuatro años. Aunque el escenario es muy distinto. CiU quería la mayoría absoluta para poder viajar a Madrid y lanzar un desafío en toda regla a Mariano Rajoy. Pero con este resultado, la fuerza de CiU ha menguado y su capacidad de presión es casi inexistente. La única opción que le queda es aprobar la ley catalana de consultas y celebrar un referéndum rebajado.

El caso es que en CiU se las prometían felices. La Federación nacionalista organizó una fiesta sin precedentes en el Majestic, habitual sede de las noches electorales convergentes, con pantalla gigante en la calle, incluida, para que los militantes siguieran el recuento a pie de calle. Pero desde que a las 20 horas TV3 dio su primer sondeo, el público congregado en el Majestic no pudo disimular el descontento. Cuando CiU, con el 87% consiguió el diputado número 50, por primera vez en toda la noche pudieron celebrar algo. Tímidos gritos a favor de la independencia. Pero las caras largas les duraron toda la noche. Perder 12 diputados no fue fácil de digerir.