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Con Messi basta

El argentino impulsó la remontada del equipo catalán en La Romareda, donde sufrió para ganar sin Busquets, Iniesta ni Xavi a un Zaragoza con diez durante 50 minutos de partido.

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La operación persecución se pone cada vez más caliente. Con su victoria en La Romareda, el Barça durmió este sábado a solo tres puntos del Real Madrid, al que obliga a ganar al Valencia. El tramo final de la Liga promete emociones fuertes: quedan siete jornadas y todo es posible en la lucha por el título. Lo que está claro es que el mano a mano que libran Barcelona y Madrid se mantendrá hasta las últimas fechas del campeonato. Al menos eso es lo que quiere el Barcelona, que avanza poco a poco desde los diez puntos de diferencia respecto a los blancos y ya está sobre el cogote de los hombres de Mourinho.

El Barça, que lleva una racha de ocho victorias consecutivas, derrotó a un fogoso Zaragoza, que puso toda la carne en el asador, pero hizo demasiados regalos a su rival. Los maños, que jugaron con uno menos durante más de la mitad del partido, salieron desde el pitido inicial con ganas de intimidar al Barça: en cada balón dividido demostraban que están muy necesitados de puntos y esa intensidad se convertía por momentos en agresividad. Ponía más ganas el Zaragoza, aunque en ocasiones se le veía algo revolucionado. Manolo Jiménez quería sorprender con un partido muy físico, jugado a borde del reglamento. El Barça, en cambio, con Xavi, Iniesta y Busquets (el centro del campo titular) en el banquillo, esperaba con tranquilidad.

El Zaragoza robaba muy rápido en el centro del campo, con la idea de lanzar a Obradovic, Lafita y Aranda. En una de éstas, cerca del minuto 25, centró Obradovic, Aranda estrelló el remate en el palo y en el rechace Valdés derribó a Lafita e hizo penalti. Desde los once metros, Aranda no acertó y el conjunto blanquillo empezó a cavar su propia tumba. Con la soga al cuello del descenso, el Zaragoza, contagiado por el público y puede que también por el ímpetu de su técnico, mostraba algo de ansiedad, lo que le restaba efectividad. Falló lo que no se puede marrar frente a los grandes y eso se suele acabar pagando. Eso es lo que le ocurrió en la segunda mitad.

Pero antes, aún tuvo tiempo de inquietar a los azulgrana. Jugando en el alambre, luchando cada balón como si fuera el último, Álvarez asistió a Aranda (el mejor de los maños con diferencia) y, con un disparo primero detenido por Valdés y posteriormente rebañado por el propio Aranda, se resarció del fallo en el penalti. El partido se ponía como lo había soñado Jiménez. Un gol a favor, la posibilidad de esperar al Barça a la contra y mucho tiempo por delante para gestionar el resultado. Pero un nuevo error, en este caso del guardameta Roberto fue el principio del fin. Cesc botó un saque de esquina, el arquero no atrapó y Puyol puso el empate. Demasiados regalos en poco más de media hora a un Barça que no despertaba pero jugaba pensando que la fogosidad maña no podía durar 90 minutos. Tres minutos después se acabó partido. El Zaragoza siguió lanzado en tromba y Messi culminó una contra letal. La expulsión de Abraham poco antes del descanso acabó por enterrar las aspiraciones aragonesas. Con muy poco, el Barça se iba con el marcador a favor y encima el Zaragoza, víctima de sus errores, afrontaba toda la segunda parte en inferioridad.

Tras la reanudación, siguió la presión maña, aunque ya no era lo mismo. Con un jugador menos y con el resultado en contra, el achique de espacios no era tan intenso. El Barça lo aprovechaba para jugar en función del marcador y para tratar de controlar más el balón. En cuanto los hombres de Guardiola se hicieron con el dominio absoluto de la pelota (75% de posesión) fueron a buscar la rúbrica. Tardó en llegar, lo que puso muy nervioso a Guardiola, pero al final no hubo sorpresa y los culés mataron el encuentro en el 85 (de penalti). En el 91, ya como colofón, Pedro redondeó la goleada.