ANÁLISIS

Afganistán: El crimen y el terror

Investigan la matanza protagonizada por un soldado norteamericano que mató a tiros a 16 civiles afganos

MADRID Actualizado: Guardar
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Un soldado norteamericano destinado en Afganistán salió de su acuertelamiento en Kandahar al amanecer del domingo, se dirigió a un pueblo vecino, abrió fuego indiscriminado sobre sus habitantes civiles y mató a dieciséis de ellos e hirió a otros cuantos más. Un asesinato, según la descripción del presidente Karzai… y un desastre de graves consecuencias políticas según una valoración unánime.

El incidente, atribuido a un militar preso de un ataque de nervios que ha sido detenido y será juzgado, debe ser insertado en el tenso ambiente producido por la quema de ejemplares del Corán por fuerzas de la ISAF, que produjo manifestaciones de repulsa en la que treinta afganos murieron y gestos de venganza de militares o policías afganos que, a su vez, mataron a seis soldados de la coalición occidental.

El rosario de percances confirma no solo ni principalmente que los problemas de seguridad y disciplina de las tropas están lejos de ser resueltos, sino que la dimensión religiosa del conflicto es un factor insoslayable. Los incidentes llegan, además, cuando hay un calendario oficial de fin de la presencia de las tropas extranjeras y un principio de negociación política con los talibanes, es decir, cuando son particularmente innecesarios y turbadores.

La decisión de Washington

En efecto, sin alharacas y poco a poco el gobierno norteamericano está inmerso en un proceso de lenta salida para ejecutar lo que es su plan y el de sus socios en la operación (incluida España): abandonar el país, por etapas, para fin de 2014 tras dejar detrás un ejército y una Policía nacionales fuertes, disciplinadas y motivadas para seguir la lucha.

Datos muy relevantes, pero con poco eco en los medios, se registran casi a diario ahora. Por ejemplo, que es inminente la transferencia a la parte afgana del control de la gran prisión de la base de Bagram, por la que han pasado cientos de guerrilleros y de militantes de al-Qaeda o que es prácticamente seguro que cinco destacados presos de Guantánamo vinculados a la guerra afgana y el yihadismo internacional van a ser liberados y trasladados a Qatar donde dispondrán de un status amable en el contexto de un programa de “reunificación familiar”…

Qatar, como en el conflicto sirio, tiene también aquí un protagonismo central y en su capital, Doha, se ha abierto una oficina talibán con privilegios diplomáticos que ha institucionalizado el diálogo con los norteamericanos, hasta ahora semi-clandestino. Hay, de hecho, una negociación, embrionaria si se quiere, pero irreversible que entiende meter a las facciones taliban más realistas y moderadas en el proceso de fin de la guerra y paso de página.

Un fracaso pedagógico

La administración Obama recibió la guerra, empezada en diciembre de 2001, junto a la de Iraq (de marzo de 2003). En el segundo caso se limitó a aplicar el “SOFA”, la sigla en inglés para acuerdo sobre tropas, negociado por el gobierno Bush con el gobierno iraquí de Nuri al-Maliki. Obama renunció a ejercer presiones adicionales para obtener bases permanentes allí y se advirtió en su conducta un deseo de salir de una vez por todas.

Pero en Afganistán no había ningún “Status of Forces Agreement” y Obama, con su vicepresidente Biden como agente central de la elaboración y ejecución del plan, optó por hacer un esfuerzo militar adicional con 30.000 hombres a finales de 2010 y hasta el otoño pasado para, a renglón seguido, asumir la salida en completo acuerdo con los demás miembros de la OTAN. En general los aliados asumieron ese calendario, con algunos adelantos de quienes habían enviado las primeras tropas, como Canadá, o adelantos sobrevenidos, como Francia.

Eso es lo que hay… con o sin éxito en la negociación de Doha y sea cual se la conducta final de los talibán o la opinión del gobierno Karzai, que probablemente será el gran pagano del escenario, falto de genuino respaldo social o autoridad política. Es en este contexto en el que un hecho como el de esta madrugada, la muerte de quince civiles inermes a manos de un soldado occidental, es un desastre y un fracaso pedagógico: además de un homicidio vulgar es políticamente letal.