FÚTBOL | PRIMERA DIVISIÓN

Pesadilla del Barça en Cornellà-El Prat

Turienzo no señaló un claro penalti a favor del campeón en el tiempo añadido, ocho minutos después del empate del Espanyol

BARCELONA Actualizado: Guardar
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El derbi catalán deparó lo que se esperaba de él. Intensidad, nervios, polémica, bronca en las gradas y un partido jugado de poder a poder, en el que no hubo un dominador claro y que se volvió loco en los últimos cinco minutos. Espanyol y Barça disputaron este domingo un clásico barcelonés con sabor añejo, como aquellos que se vivían en el estadio de Sarrià, con el público apretando a medio metro. Los azulgrana se adelantaron primero, aunque no supieron doblegar a un Espanyol, que quizá hizo más méritos y pudo perder en los minutos de aumento si el árbitro llega a ver una mano muy clara de Raúl Rodríguez. No la apreció y los blaugrana se dejaron dos puntos respecto al Real Madrid que pueden ser muy valiosos. El Madrid se aleja a cinco puntos y la primera vuelta aún no ha terminado.

En la primera parte, el Barça pudo ponerse por delante, pero no porque estuviera siendo mejor que su rival, sino porque aprovechó mejor las oportunidades. El Espanyol, con una propuesta muy ambiciosa, salió a por el Barça a su campo, para impedir que el juego de los azulgrana empezara desde la defensa. Con Sergio García, Thievy, Weiss y Verdú, haciendo de avanzadilla, los pericos eran capaces de electrocutar la salida azulgrana, con lo que el balón no era del Barça y por tanto la pelota no salía de forma fluida.

Pero un equipo puede estar haciendo la presión a la perfección, robando rápido y saliendo como un rayo a por el ataque, que si falla en las áreas se carga el partido. Eso es lo que les ocurrió a los blanquizules en la primera mitad. Arriba adolecieron de una falta de gol preocupante: Verdú tuvo dos, Thievy otras tantas y Sergio García una más. Ninguno supo concretar. En el lado contrario también dieron facilidades. Primero el portero, que le regaló una Messi, que de no ser por la mano, habría acabado en gol; y un minuto después, Raúl Rodríguez ‘asistió’ a Alexis, que erró en el regate al portero.

Demasiadas facilidades para un Barça, que alineó su once de gala, el mismo que ganó en el Bernabéu, con tres atrás (Puyol, Piqué y Abidal), cuatro en el centro (Alves, Xavi, Busquets e Iniesta) y la tripleta atacante formada por Cesc, Messi y Alexis. Y como en Chamartín, sorprendió la posición de Alves, que a pesar del cuarteto atacante perico, actuó de extremo. Esta ubicación adelantada del brasileño permitió que en el 15 recibiera de Xavi, centrara al área y encontrara la cabeza de Cesc, que marcó el primero casi desde el borde del área, eso sí con la colaboración de Cristian Álvarez, que se tiró tarde.

Con muy poca elaboración, poca precisión en el juego y mucho menos control, el Barça arrancaba un buen resultado al descanso, aunque no dejaba buenas sensaciones para la segunda parte. Tras la reanudación, los pericos armaron su centro del campo con Javi López, que salió en parte de Weiss. Bajaron un par de grados la intensidad de la presión, retrasaron posiciones y evitaron buscar al Barça tan arriba, para no desgastarse tanto. En cambio, el Barça, con un Messi inédito (este lunes recogerá con toda probabilidad su tercer Balón de oro), no tenía el balón, sufría atrás, pegaba más balonazos que nunca y jugaba con fuego. Mediada la segunda parte, Guardiola movió ficha: Alves retrocedió a la defensa, el equipo se protegió con 4 y dio entrada a Pedro. El técnico buscaba algo de mordiente en la punta, ya que ni Messi ni Alexis tuvieron su noche. No así Iniesta, que volvía tras caer lesionado en el partido de copa ante el L’Hospitalet, antes del parón invernal. Sin embargo, el cambio del dibujo apenas alteró la dinámica del partido. Los pericos parecía que podían armarla y así fue. Fue casi al final, en el 85. Raúl Rodríguez se atrevió a cruzar la línea del centro del campo por primera vez en el partido; llegó casi hasta la línea de fondo, centró a la olla, Thievy peinó hacia atrás y Álvaro, entre Puyol y Piqué, cazó un cabezazo que puso el empate. Con el tanto del canterano blanquiazul, al Barça le entraron las prisas y pudo empatar. Piqué estrelló el balón al larguero, Pedro cogió el rechace, disparó y la pelota impactó en la mano de Raúl Rodríguez. Penalti clarísimo. Pero si lo pita, se cae el estadio, que estaba muy caliente. El Barça reaccionó tarde y ahora está más lejos del Madrid.