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'Une certaine idée de la France'

El ex primer ministro galo, Dominique de Villepin, ha anunciado que optará a la presidencia de la República

MADRID Actualizado: Guardar
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“Es verdad que la historia no se repite, pero tiene memoria”. Bajo esta afirmación tan sesuda puede resumirse la sencilla argumentación de por qué, sin la menor posibilidad de ser elegido, un hombre como el ex primer ministro francés Dominique de Villepin anuncia que presenta su candidatura a la presidencia de la República Francesa tras mantener la duda durante semanas.

Lo más interesante es que el aserto es suyo y abre su libro más fascinante sobre los fascinantes “Cien Días”, una obra maestra que añade a la erudición un entusiasmo mal disimulado por Napoleón, y su intento inverosímil de recuperar el trono tras la fuga de la isla de Elba. Disponible en castellano, el libro hace de su autor, por lo menos, el más ilustrado de los aspirantes a presidir la República francesa.

Hay una cierta fascinación por el personaje que obedece a factores diversos, pero encabezados sin duda por su inolvidable prestación en el Consejo de Seguridad de la ONU en marzo de 2003, apenas días antes de la invasión norteamericana de Iraq y clamando contra la misma. Lo hacía de parte de su presidente, Jacques Chirac, y, para decirlo todo, de una mayoría neta de la opinión francesa y europea, muy hostil al proyecto.

Un eco de la historia

Lo hizo con su verbo apasionado, su cultura a toda prueba, su francés de academia y su allure casi única entre la clase política que, muy ayudada por su cabellera plateada que él cuida en lo que vale, le hacen muy atractivo para ciertos públicos. Este aire teatral y fotogénico, como la sonoridad de abolengo de su largo nombre (se llama en realidad Dominique-Marie François Galouzeau de Villepin) han ayudado a su innegable talento y el total da un candidato atractivo de galán muy maduro a sus 58 años… que son “diez menos que Harrison Ford”, como decía en nuestra presencia una fan hace unos meses.

Todo esto, sin embargo, no le ayudará a ganar una elección perdida de antemano. Los sondeos nunca le han confirmado como un aspirante con posibilidades y las deserciones y problemas suscitados pronto en su embrionario partido “República Solidaria” solo las han reducido y el último, de la firma LH2-Yahoo las reduce a un probable uno por ciento. De hecho ha sorprendido la decisión final de Villepin de concurrir, que se esperaba para la mañana de este lunes pero se adelantó a la noche de ayer domingo.

¿Por qué, tras vacilar y con la certeza de cosechar muy poco respaldo insiste Villepin en concurrir? En primer lugar, si vale decirlo así, hay una especie de argumento estético: el de rehusar la rendición de una especie de interiorización de lo que él mismo llama une certaine idée de la France, slogan vago y genérico donde los haya pero que conserva una entonación un poco nostálgica e inequívoca para una generación entera de franceses: así empiezan las “Memorias de guerra del general de Gaulle”.

La sombra de Sarkozy

Y ahí empieza y termina todo: en un neo-gaullismo supuestamente acogido en el magma del centro-derecha que ha terminado por llamarse “Unión por un Movimiento Popular”, la coalición que llevó al poder al presidente Sarkozy en 2007 y había tenido otras denominaciones antes, como la de “RPR” (“Rassemblement Pour la République”) ideada por Jacques Chirac, último presidente que, por muy descafeinado que estuviera el asunto, aún gustaba de saberse percibido como neo-gaullista…

Hay, más al fondo, algunas otras razones. Una, muy señalada por los medios franceses, insiste en que de Villepin no perdonará nunca a Nicolas Sarkozy, compañero suyo en gobiernos de Chirac, que instrumentalizara el caso “Clairstream” para bloquear judicialmente su eventual candidatura hace cinco años. Esto es solo probable, pero amargó la vida del interesado, finalmente absuelto, y creó una duradera inamistad entre ambos.

De Villepin puede darse ahora la satisfacción de cuartear un poco más el campo conservador cuya reunión en torno al UMP garantizaría la victoria de Sarkozy, hoy muy difícil de creer los sondeos, que le dan perdedor en la segunda vuelta frente al candidato socialista François Hollande por unos diez puntos. Eso explica también la decisión de otro outsider, François Bayrou, de insistir y presentarse de nuevo… con un interesante 13 por ciento en las encuestas. Mucho más que de Villepin, cuyo paso es irrelevante en términos aritméticos, pero muy sabroso en lo social: cavalier seul en la temible carrera, él conoce su soledad, pero parece conformarse con la compañía de la historia… mientras mira de rejo a un tal Nicolas Sarkozy.