Dog-a-porter: vestir al perro por 120.000 euros

A lo peor, el retrato de nuestra era es una persona paseando por la milla de oro de una moderna capital y llevando en los brazos un perro toy de un kilo de peso con un collar de diamantes de más de 100.000 euros.

Los arqueólogos del mañana se reirán bastante con esto, cuando se enteren de que en 2011, en plena crisis mundial, con las bolsas arrasadas y los países asomándose al abismo, la gente le compra a sus mascotas camas de dos mil euros. Y pasa. Y no sólo a Paris Hilton, esa mujer capaz de construir una mansión en el jardín dentro de su propia mansión para que vivan sus 12 diminutos canes, una casa rosa con remates y molduras rosas, el non plus ultra de lo 'posh'. Cientos de personas anónimas son capaces de gastar lo que no está escrito para que sus perros vistan a la última.

Hay collares de más de mil euros, bolsas de Louis Vuitton, correas de Gucci y camisetas con los Beatles en la espalda de caniches por 167 euros. La diseñó la sueca Ann Gardsby para su minúsculo yorkshire, que no se llama Coco, sino Manfred. Comenzó a vestirlo unos años después vende sus diseños en Manfredofsweden.com. Su negocio es un imperio en las tierras del lujo extremo, anodino, superfluo. Los perros con dueños frívolos hasta tienen un perfume para ellos. Lo fabrica Les Pooch, huele a mandarina, sándalo y frutas rojas y se compra por invitación a 3.000 dólares el frasco.

Alguien dijo que otro mundo es posible y acertó: así se pueden gastar 120.000 euros en complementos para un perro sin moverse del ordenador.