MÁXIMA TENSIÓN EN EGIPTO

El régimen atemoriza a los informadores para ocultar la barbarie

En el día de ayer una decena de periodistas fueron agredidos por los partidarios de Mubarak y la enviada especial de Vocento fue retenida en comisaría durante una hora

EL CAIRO Actualizado: Guardar
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Se ha abierto la veda contra todos los periodistas en medio de la locura cainita desatada en El Cairo por los presuntos partidarios de Hosni Mubarak que el miércoles irrumpieron violentamente en las calles. Son los amos de la ciudad, están sembrando el terror en cada esquina. Erigidos en brigadas de gánsters por las bravas, cortan el paso cada cincuenta metros con un palo en una mano y un cuchillo de cocina en la otra. Y así es como ayer sacaron a rastras a esta enviada especial de un taxi que previamente habían echado a la cuneta de la avenida Ramsés, donde otra banda de matones rompía en esos momentos los dientes a golpes a un egipcio. Y crujiendo contra una fachada a no se sabe cuántos desgraciados que se arrugaban como podían tratando de parar con los codos los golpes de la jauría enfebrecida.

Hay docenas de informadores heridos. A quien escribe, y a la enviada especial de la Cope, Beatriz Mesa, nos salvó un soldado que nos arrancó de la turbamulta lanzándonos contra una espiral de alambres de espino y después a un centro de detención improvisado. El Ejército de Mubarak, sacándonos de las garras de los propios alborotadores mandados por el 'rais', que se le han ido de las manos.

El barracón de arrestados era la cocina del infierno. Un corral sórdido con el suelo de cemento manchado de sangre, hombres de pie con la cabeza reventada, jóvenes sentados en un banco sin atreverse a respirar y, allí sí, docena y media de jefecillos militares chocando las botas nerviosos y exigiendo como lobos los teléfonos y la documentación. Fuera móviles, fuera el pasaporte, estás en sus manos y los soldados tienen cogido el fusil de asalto por la culata. En esas circunstancias, uno comprende en la boca misma del estómago de qué hablan los egipcios cuando muestran tanto pánico ante sus fuerzas de seguridad.

Escapada en ambulancia

Dos médicos del Creciente Rojo piadosos que nos prometen ayuda por lo bajo, la providencia de haber abandonado a tiempo en el taxi una pequeña cámara fotográfica y un micrófono y la llegada súbita de una nueva remesa de retenidos hace que los gerifaltes nos pierdan la atención y de pronto nos embarquen en una ambulancia que se lanza contra la masa para soltarnos lejos, ya en un lugar seguro.

Tomás Alcoverro, el decano de los corresponsales de Oriente Próximo que escribe para 'La Vanguardia', fue llevado a otra de estas comisarías del miedo agarrado del cuello por uno de los chicos pro Mubarak. La enviada de Televisión Española, Rosa María Molló, fue directamente agredida, también cuando la bajaron de un taxi, y auxiliada por el Ejército. Las cámaras son el mayor imán y la mayor fuente de ira de los violentos. Los equipos de TV3 han sufrido repetidos ataques, así como los trabajadores de la BBC, Al-Yasira, CNN o Al-Arabiya, según la denuncia hecha pública por Reporteros Sin Fronteras.

Asimismo el colaborador de EL CORREO Mikel Ayestaran sufrió en sus carnes la violencia de las hordas progubernamentales. Rodeado junto a otro informador estadounidense a las puertas de un hospital en la zona de Garden City, el reportero recibió golpes en la cara y en el estómago. Uno de los exaltados le arrebató el pasaporte y quiso conducirle hasta una comisaría agarrándole del cuello.

Tras varios minutos de forcejeo en los que los seguidores de Mubarak gritaban «`salid de Egipto, idos a vuestro país!», otro grupo de viandantes logró liberar a Ayestaran y a su compañero hasta introducirles en un taxi para, a la carrera, salir del lugar.

Mientras, el hotel donde se congrega la prensa internacional, -cuyos balcones tienen una vista de pájaro sobre la plaza de Tahrir ya incómoda para el régimen- permanecía anoche rodeado de los desquiciados leales a Mubarak, que no conformes con eso iniciaron un ataque contra el edificio para intentar acceder al interior. Las piedras impactaron como un trueno en las cristaleras del piso inferior y la dirección notificó la prohibición de filmar desde el edificio y de mencionar siquiera el nombre del establecimiento en nuestras crónicas. Se pasó también un plan de evacuación por si se producía una emergencia, aunque lo cierto es que ayer mismo empezaron las expulsiones de periodistas de sus habitaciones, porque había orden de vaciar esta torre de testigos indeseables.

«El vicepresidente Omar Suleimán está diciendo en la televisión pública que hay que sacaros del país, que todo lo que está pasando en Egipto lo habéis provocado los extranjeros -se comunica por teléfono con la enviada especial de este periódico una activista-. Están poniéndolo ahora... Suleimán está diciéndole a su gente que vayan a por ustedes».