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Cincuenta años sin el creador de 'Doctor Zhivago'

Borís Pasternak sufrió la implacable persecución de la cúpula del PCUS, molesta con el amargo retrato del comunismo ofrecido por la novela

MADRID Actualizado: Guardar
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El 25 de febrero de 1956, Nikita Kruschev denunciaba las purgas cometidas por Stalin contra los supuestos enemigos del comunismo soviético. Pero al que fuera tercer secretario del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética tampoco le tembló la mano a la hora de 'apresar' con sus botas a los intelectuales que supuestamente subvertían el orden establecido por el PCUS. Y si Osip Mandlestam o Isaak Babel fueron objeto de la ira del dictador nacido en Georgia, Borís Pasternak estuvo en el punto de mira de Kruschev hasta su fallecimiento, ocurrido tal día como hoy hace cincuenta años.

Pasternak estaba predestinado a brillar en el mundo de la cultura desde que vino al mundo. Su padre era un pintor que daba clases en Moscú y cuya conversión al cristianismo ortodoxo ejercería un poderoso influjo sobre la obra de su hijo. Su madre era concertista de piano. Tolstoi, Rachmaninov o Rilke eran figuras habituales en su casa y de ellos tomaría el afán por elevar el espíritu humano un paso más allá que quienes le habían precedido.

Si Tolstoi era amigo de atrapar mundos en sus novelas, Pasternak optaría por la poesía en sus años de juventud, publicando obras como El gemelo entre las nubes o Por encima de las barreras. El estallido de la Revolución encabezada por Lenin trastocó la vida de sus compatriotas pero su carrera no hizo sino crecer por esa época. Sin embargo, en los años treinta, las autoridades empezaron a ponerle trabas y le acusaron de subjetivismo en sus textos, aunque al contrario que otros de sus compañeros de profesión, no dio con sus huesos en el gulag. Sus traducciones de autores como Bertolt Brecht o William Shakespeare le servían para ir ganándose la vida hasta que apareciese ese libro que le proporcionase un lugar en el cotizado panteón de las letras rusas.

Un amor dividido

Finalmente esa obra llegó en 1957. Su título, Doctor Zhivago, es hoy sinónimo de un amor dividido, el que Yuri Zhivago, médico y poeta a partes iguales, siente por Tonya, una mujer de la alta burguesía con la que contrae matrimonio y a la que pierde tras ser reclutado por el Ejército soviético, y Lara, una enfermera con la que coincide durante la Primera Guerra Mundial y a la que también perderá ante el estallido de un nuevo conflicto armado.

La figura de Yuri Zhivago es indisociable de la de Omar Sharif desde que David Lean llevase la novela al cine en 1965, con Geraldine Chaplin metiéndose en la piel de Tonya y Julie Christie en la de Lara. Candidata a un total de diez premios Oscar, acabó llevándose los de Mejor Guión Adaptado, Mejor Fotografía, Mejor Dirección Artística y Mejor Banda Sonora, firmada ésta última por Maurice Jarre.

Doctor Zhivago fue el pasaporte a la gloria de Borís Pasternak, pero constituyó también su sentencia de muerte. La amarga crítica al comunismo que destilaba la novela no pasó inadvertida para la cúpula del PCUS, atenta siempre al potencial subversivo de la literatura. El jefe de las juventudes comunistas, Vladimirio Semichastni, lanzó un furibundo ataque contra el escritor, que estuvo a punto de suicidarse a causa del mismo.

La obra fue prohibida en la Unión Soviética, pero el manuscrito pudo ser sacado del país, según algunas versiones gracias a la intervención de la CIA y el MI6, y publicado en Italia, lo que permitió a Pasternak recibir el Premio Nobel de Literatura en 1958.

Fue el último instante de felicidad para Pasternak. La KGB aplicó sus garras sobre la mente del escritor, obligándole a rechazar el galardón de que le hacía objeto la Academia Sueca y amargándole la existencia hasta que finalmente falleció en Peredélkino, una localidad próxima a Moscú, el 30 de mayo de 1960. Se había apagado una de las voces que más había hecho por la literatura rusa en la primera mitad del siglo XX, aunque sus compatriotas tuviesen que escucharla a escondidas.