La reforma del aborto divide a Europa mientras Bruselas se lava las manos
Los socialistas logran alzar la voz en la Eurocámara mientras el PP, el grupo mayoritario, pide conciliar el derecho a la vida y el de la mujer
BRUSELAS.Actualizado:La polémica reforma legal del aborto impulsada por el Gobierno de Mariano Rajoy desembarcó ayer en aguas europarlamentarias. No hubo resoluciones, ni votaciones, ni textos sobre los que posicionarse. Sólo debate, que no es poco. Las posiciones estaban prefijadas de antemano y los autores de la iniciativa, los socialdemócratas (S&D), lograron lo que pretendían: que la UE conociera de primera mano las intenciones del Ejecutivo español para impulsar una movilización transfronteriza. Mucho ruido, aunque dada la mayoría de la que el PP goza tanto en el Congreso como en la Eurocámara, pocas nueces.
Lo que sí se evidenció es la enorme división entre derecha e izquierda que este asunto genera. Los unos, los conservadores, anteponiendo el derecho a la vida del no nacido, los otros, toda la izquierda y gran parte de los liberales, defendiendo la libertad de las mujeres a ser madres «cuándo y cómo quieran».
El debate, intenso y en ocasiones acalorado, se prolongó durante hora y cuarto jalonado por más de medio centenar de intervenciones -en la Eurocámara son muy breves, de dos minutos a lo sumo-. Lo espinoso del asunto empujó a la Comisión Europea a enviar a Estrasburgo a un comisario de segunda fila, Siim Kallas, cuyo cometido, Transportes, nada tiene que ver con el asunto debatido. Es norma habitual: si hay rifirrafe con asuntos teóricamente de competencia nacional, el Ejecutivo comunitario se pone de perfil. Tanto, que Kallas habló en su intervención de que no se puede permitir que a día de hoy se den casos de mutilación genital a mujeres en Europa. Con el pretexto de la competencia nacional, el griego se lavó las manos dejando el barro a los partidos.
Y es que el debate sobre la que ya se conoce como 'ley Gallardón' llegó a Estrasburgo de 'tapadillo', soterrado bajo un epígrafe genérico titulado 'no discriminación en los derechos sexuales y reproductivos'. Nada decía de anteproyectos de ley, de abortos, de España ni de Rajoy, pero todos sabían cuál era el meollo de la discusión. «El PP ha impedido hasta en ocho ocasiones las peticiones de la oposición de celebrar un debate libre y abierto sobre este tema», denunció la socialista María Muñiz. Ayer lo hubo.
«¿No hay otros problemas?»
Por contra, los populares, grupo mayoritario en la Cámara, recordaron que en diciembre, el pleno ya se posicionó sobre este tema votando en contra del llamado 'informe Estrela' -le da nombre la europarlamentaria portuguesa del S&D Edite Estrela-. Este documento, que en líneas generales pedía la inclusión del aborto entre los derecho humanos, fue rechazado por un ajustado margen de sufragios. «No admito que se diga que el PP no defiende los derechos de la mujeres. Se trata de conciliarlos con el derecho a la vida», explicó la popular Teresa Jiménez-Becerril.
Lo cierto es que los socialistas, en especial por boca de su ponente en esta materia, Iratxe García, no ahorraron en críticas y descalificativos: «Ni un presidente de Gobierno ni la Iglesia pueden poner límites a la libertad y la dignidad de las mujeres», recalcó.
Una visión también compartida por los liberales de ALDE -tercera fuerza del Europarlamento y donde está inscrito el PNV o Convergencia-. Su portavoz, la holandesa Sophie in't Veld, fue una de las más vehementes al preguntarse de forma irónica si en España no hay otras preocupaciones. «Si una mujer es capaz de dirigir un país como Alemania o el FMI, también lo es para decidir si quiere ser madre o si puede abortar», recalcó. «Estamos hablando de derechos fundamentales. Europa no puede regresar a tiempos en los que las convicciones religiosas de parte de la sociedad imponían sus tesis al resto», corroboró su compañera de bancada, la nacionalista vasca Izaskun Bilbao.