OPINIÓN

Dudas verdaderas

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Ahora que Rajoy ha ido a aparecérsele a la señora Merkel para saturar la sangría del euro, quizá sea oportuno hablar de otras apariciones. Un retrato cortesano de Goya se ha quedado sin comprador en la subasta de Cristhie’s. Estaba valorado en casi siete millones de euros y los expertos londinenses no tenían dudas acerca de su autenticidad. Más suerte tuvo una obra atribuida a Velázquez, que se vendió en las galerías de Milwaukee, a pesar de las serias dudas acerca de su autor. Los dos retratados, eran españoles muy serios también, de aquellos que misteriosamente sabían que eran huéspedes de un siglo dorado. Lástima que las dimensiones de los no cuadros no les permitan exhibir, junto al recio tahalí de sus tizonas, alguna cruz escarlata que pregone su estirpe.

¿Son verdaderas o falsas algunas obras maestras? Un erudito alemán, con una tenacidad digna de su linaje, demostró hace algún tiempo que Lope de Vega no podía ser el autor de las obras completas de Lope de Vega. Hubiera salido a ocho segundos por octosílabo. En aquella época no había talleres de pintura, sino sastrerías líricas. Además, el llamado ‘Fénix de los ingenios’ hacía otras muchas cosas. Acostarse con hermosas mujeres y arrepentirse de haberse acostado. Admirarse de la piedad divina y condolerse, incluso espantarse de su «atrevida indignidad». Aunque fuera un genio y un monstruito no salen las cuentas. Tenemos tantos ídolos que hay que habilitar demasiadas hornacinas para darles culto. Y sobre todo tenemos demasiados farsantes que se aprovechan de la vanidad de los millonarios, que son púdicos cuando no se dedican al exhibicionismo. Muchas dudas caben holgadamente, incluso en los más afamados museos, sobre la autenticidad de algunas obras calificadas como auténticas. El arte tiene muchos amantes que no trabajan por amor al arte. Es cierto que es la menos embustera de todas las mentiras, pero abundan, más que los artistas, los mercaderes.