Plan de choque

Tal y como lo cuentan no parece que está calculado para estabilizar la economía, sino para que se descalabren algunos. Hay que salvar al euro, pero al mismo tiempo es necesario que no se ahoguen los socorristas, que también tienen el agua al cuello. La CEOE pide una ley de huelga y bajar a 20 días el coste del despido. Cada vez van a estar más baratos los pañuelos del adiós, aunque estén empapados de lágrimas. Queda lejos la época en la que cualquier jefe de personal podía decirle a un prescindible trabajador:

–Voy a darle a usted la oportunidad de que sea algo en la vida: queda despedido.

La reestructuración financiera exige la reforma laboral y consiste esencialmente en que labore menos gente. La llamada «unidad de mercado» va a empezar por impedir que muchas personas puedan ir a la compra. Curiosamente esas medidas coinciden con la liberalización total del comercio, que permitirá en las ciudades agraciadas abrir todo el año los tenderetes de menos de 750 metros cuadrados, algunos de los cuales hacen un negocio redondo. Se sabe que el arte del comercio consiste en llevar algo del lugar donde abunda al sitio donde escasea, pero ¿qué adelantamos si se abren todas las puertas y se cierran todos los bolsillos? Es sin duda agradable contar con tanta variedad de opciones, pero si no tenemos un puñetero euros no podemos elegir más que la tienda donde no vamos a gastarlo.

No es del todo cierto que en las temporadas de crisis las cosas vayan mal para todos, ya que para muchos van peor, tirando a pésimas. Nuestros vecinos de la ínsula ibérica están echando sus barbas a remojar. En Portugal los recortes incluyen el afeitado. Sin duda es una gran idea dejar sin pagas extra de vacaciones y de Navidad a funcionarios y pensionistas. Es una forma de hacerle la Pascua a quienes no pueden protestar, ni siquiera indignarse. Corren el peligro de que les disminuyan el sueldo con carácter retroactivo, pero deben comprender que hay que recapitalizar a los bancos.