Un golpe en la mesa

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El cadismo, o más concretamente un sector del cadismo, anda un poco nervioso. Y es que no todo el mundo está aceptando de buen grado el trabajo de Jose González. Los más críticos cuestionan su sistema, creen que está obsesionado con esa forma de jugar y que eso le está condenando en determinados partidos. El otro sector, el más benevolente y hasta cierto punto lógico, considera que hay que darle tiempo al técnico y que hasta diciembre no se debe evaluar su trabajo.

El caso es que fútbol es fútbol como dijo Vujadin Boskov y solo los resultados son los que importan y los que mueven a entrenadores de los banquillos. Y hasta ahora, el Cádiz solo ha perdido un duelo, eso sí de forma un tanto ridícula, hace dos domingos en el terreno del Lucena. Solo esa derrota ha provocado dolores de cabeza a Pina y Moar, que esa semana sí que decidieron avisar al entrenador amarillo de que eso no podía volver a ocurrir.

En cuanto al resto de la temporada, el comportamiento del equipo en Carranza no está defraudando. Ahí están los números que reflejan tres victorias y un empate. Quizás en la última faltó algo de brillo pero después de la ‘semanita’ vivida lo más importante era atar el resultado. Lo sabía el inquilino del banquillo y lo sabían los futbolistas, que, en cuanto encarrilaron el marcador, se relajaron pensando en el importante compromiso copero.

Un dato más. Si repasamos los rivales que se han medido con los amarillos hasta el momento, la mitad son conjuntos de la mitad superior de la tabla e incluso competidores directos como es el caso de Lucena, Balona, Betis B o Real Jaén.

Pero había que dar un golpe en la mesa, demostrar que la plantilla es tan buena de verdad como dicen. Y ese ha llegado en el mejor instante, en la Copa del Rey, con la inyección económica que ello conlleva. Además, contra el Orihuela, un rival que también jugó el ‘play off’ la pasada campaña. Solo queda esperar que no nos toque un grande, que nos toque uno de los dos grandísimos.