Jóvenes haciendo botellón.
el reto de ser padres

Ley antitabaco y botellón

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–¿Le parece positiva la ‘Ley Antitabaco’?

–Sanitariamente es positiva. Eso está claro. Económicamente, ya lo veremos. Pero, insisto, desde el punto de vista de la salud es buena. Lo que pasa es que soy víctima de mi época. Me hice fumador porque en mis tiempos había que fumar. Todo el mundo lo hacía. Soy un adicto al tabaco. Y como drogadicto, esta nueva ley me plantea problemas en mi vida diaria. Sé que la finalidad principal de la norma es proteger a los ‘no fumadores’ y a los menores, y, de paso, conseguir que los drogadictos lo dejemos. Y ojalá lo consigamos. Pero, mientras tanto, pues me están haciendo la puñeta. No nos vamos a engañar. Pero, vamos, me quedo con lo positivo: la ley nace para proteger al no fumador y, sobre todo, al menor. Eso es fundamental. Eso está perfecto. Prima más el derecho del menor que el del fumador, que es el que debe sacrificarse y con razón, ya digo. Lo que echo de menos es que no se haga lo mismo con el consumo de alcohol entre los jóvenes, que también es un problema muy grave al que debemos enfrentarnos casi a diario los fiscales y los jueces de Menores.

–¿Qué opina del problema del botellón?

–Me parece bien la decisión del legislador de proteger la salud de los no fumadores y de los menores. Lo que pido es que se tenga el mismo celo a la hora de prevenir el consumo de alcohol entre nuestros chavales. Vamos a ver: está prohibido que los menores beban alcohol, pero ¿quién vigila en un botellón multitudinario que se cumpla esa prohibición? Mi experiencia me dice que nadie. En el caso del tabaco hay inspectores que velan por el cumplimiento de la ley. Incluso las asociaciones de consumidores están canalizando denuncias. ¿Por qué no ocurre lo mismo con el botellón? ¿Dónde están esos inspectores en el caso del botellón? ¿Por qué no se hace un ley antibotellón, una norma que prohíba esa práctica? Da la impresión de que no hay voluntad de hacer nada en este sentido. Y estamos creando niños que ya son borrachos de fin de semana. Hablo de criaturas de trece años y catorce años. Y la edad sigue bajando. No es ninguna broma. Es un problema social tremendo. En el botellón se dan situaciones de riesgo impresionantes. Estamos produciendo enfermos, alcohólicos y delincuentes. Además, un niño o una niña que hayan consumido alcohol pueden ser más vulnerables y convertirse en víctimas de delitos. De hecho, está pasando. Aprovechemos el afán ‘sanitario’ con el que ha empezado el legislador el 2012 para poner remedio también a este tema. Esperemos que la ministra de Sanidad ponga la misma potencia en combatir el botellón que en luchar contra el tabaco.

-¿Cómo sería esa ‘Ley Antibotellón’?

-Prohibiría el botellón. No debería permitirse el consumo de alcohol en la vía pública. Para eso están los bares. La norma ahora dice que los ayuntamientos pueden designar lugares públicos para hacer botellón: eso es un disparate. De hecho, varias ciudades tienen ‘botellódromos’. ¡Es que estamos fomentado el botellón! Aquí sólo hay dos salidas: establezca usted, el ayuntamiento o quien sea, los mecanismos de control necesarios para vigilar que los menores no beban en los ‘botellódromos’ o suprímalos.