Francisco Reinoso Defensor del Ciudadano

«La convivencia es posible si cada vecino trata de no perjudicar a otro»

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–¿Cómo lleva lo de ser Defensor del Ciudadano?¿Es una pesada carga?

–La verdad es que estoy ya acostumbrado al trabajo. No en vano, aunque hace sólo dos años que sustituí a Agustín (García Lázaro) ya llevaba otros cinco siendo su adjunto, así que conozco bien el terreno y todas las tareas.

-¿Cuáles son las principales quejas que llegan a su oficina?

-Los temas que más se repiten, los que siempre provocan problemas, son los de conflictos entre vecinos por problemas de convivencia, por cuestiones urbanísticas de las fincas, por las molestias que les ocasiona un bar que tienen de bajo de casa, o por el poco civismo de los que sacan a pasear el perro y no se acuerdan de recoger los excrementos. En definitiva, lo que más tenemos que atender son esas cuestiones en las que el derecho y libertad de uno choca con el bienestar del de enfrente.

–¿Yqué hacen ustedes en estos casos, se puede mediar?

–Eso es muy difícil, porque para que cualquier laudo tenga éxito ambas partes tienen que estar de acuerdo y aceptar lo que decida el mediador. Y al Defensor del Ciudadano sólo viene generalmente uno de los vecinos para quejarse por cuestiones de otro.

–¿De quién es entonces la responsabilidad de tomar parte y solucionar las reclamaciones?

–En la mayoría de los casos es el Ayuntamiento el que tiene que intervenir, cuando se trata de aspectos de urbanismo, o de medio ambiente por ruidos o suciedad. La administración local tiene normativas para todas esas cuestiones, pero tiene que esforzarse para que se cumpla y para que los casos que surgen vayan encontrando solución. Lo cierto es que en Jerez todos los días se están solucionando problemas, aunque a veces también hay cierta dejación. Se me viene a la cabeza el caso del mal estado de la calle Conocedores, en la que los vecinos reclaman arreglos desde hace seis años sin éxito.

–¿Cuando un vecino acude al Defensor del Ciudadanos es que ya ha agotado todos los recursos ante la administración?

–Nosotros le preguntamos a los que acuden a la Oficina si ya se han quejado oficialmente, si se ha puesto denuncia policial –en caso de que sea necesario– y si se ha recibido o no respuesta del Consistorio o de la administración competente. Y si ya han dado todos los pasos y no se han tomado medidas para solucionar su problemas llega nuestro turno de preguntar al respecto y pedir que se actúe. No obstante, hay muchas cuestiones que se podrían solucionar si los ciudadanos ponemos de nuestra parte y asumimos nuestra responsabilidad.

–¿No somos demasiado cívicos?

–Podemos serlo más. Porque el Ayuntamiento puede controlar y vigilar, pero tampoco podemos vivir en un estado policial. Cuando hay choques entre vecinos siempre habría que tener en cuenta que no sólo tenemos derechos nosotros, sino también el de enfrente. Se conviviría mejor si nuestro beneficio no es el perjuicio de otro.

–¿Ymás que controlar o penalizar no sería mejor crear conciencia ciudadana?

–Ésa es la clave. Es como lo que ha ocurrido ahora con los monolitos para los excrementos de perro. Están muy bien, pero además hay que hacer pedagogía, explicar a las asociaciones de vecinos que tienen que propiciar la convivencia.

–¿Cómo es la relación del Defensor con las asociaciones vecinales de Jerez?

–Buena, pero está claro que tenemos misiones distintas. Nosotros velamos por el cumplimiento de las normas, y ellos pueden hacer una presión política y unas reclamaciones que no están en nuestra mano.

–¿Ha tenido que decirle a muchos jerezanos que no tienen razón en su reclamación?

–Sin duda. Esta oficina no es un partido político donde la gente viene a que le digan lo que quiere oír. Aquí estudiamos el caso, y en ocasiones el que ha venido a reclamar no tiene la razón de su lado.

–Desde su perspectiva, ¿está Jerez mucho peor que otras ciudades españolas?

–Por los contactos que tengo con homólogos de ciudades de tamaño similar, como Vitoria u Hospitalet, veo que los problemas suelen ser los mismos. Eso sí, aquí el paro y los recortes en las empresas empeoran todo y crispan más la situación.