Albert Uderzo ha seguido explotando el filón tras la muerte de Goscinny. / AFP
CIFRAS HISTÓRICAS DE PELÍCULA

Astérix resiste 50 años

El bravo guerrero galo cumple medio siglo de vida cuando sigue abierta una lucha sin cuartel por los derechos de la saga

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¿Y si fuera ahora cuando, como siempre temió su bravísimo jefe Abraracurcix, el cielo les cayese sobre sus cabezas a Avantipópulus, Mutatismutandi o incluso a Cleopatra, la de la nariz hermosa? Caelum in caput ejus cadit (El cielo se nos cae encima), tal como se leía en latín en el último (y bastante chafardero) album editado. Precisamente ahora que se van a cumplir 50 años de su resistencia ante los romanos que por el año 50 antes de Cristo ocupaban toda (es un decir) la Galia.

¿Y por qué se tendrían que hacer realidad los peores augurios de Abraracurcix a tantos de tantos del siglo XXI, ahora que por contar hasta se nos ha contado cómo se cayó Obélix en la marmita gigante donde Panorámix preparaba la pocion mágica que vuelve invencibles a las criaturas que habitan esa aldea gala situada en Armórica (hoy Bretaña), rodeada por legionarios romanos acampados en las guarniciones de Babaórum, Acuárium, Laudánum y Petibonum.

El mundo pensó que todo acabaría con la muerte de René Goscinny (5 de noviembre de 1977), cofundador y editor de la revista Pilote, polaco de origen, viajero entre Buenos Aires y Nueva York, y sobre todo, guionista escribidor de las aventuras de Astérix, de muchas de Lucky Luke y creador del soberbio visir Iznogud. Murió Goscinny mientras le realizaban unas pruebas médicas. Dejó, como siempre pasa con los creadores tumultuosos y sin límites, muchas obras sin acabar y sin publicar. Hasta 1998 se siguieron editando sus inéditos de Iznogud, Lucky Luke y, por supuesto, el que se creía el último viaje trapisóndico de Astérix, Obélix y compañía: Astérix en Bélgica. Pero no fue así. Albert Uderzo, su amigo, colega, cómplice, socio y magnífico dibujante, alcanzó un acuerdo con la viuda y la hija de Goscinny para seguir creando historias en solitario, encargándose él también del guión.

Todo en una nueva editorial, la Albert-René. El mito se tambalea ba en el alma de sus más fieles seguidores, la calidad del guión se resentía.. pero ¿qué importaba? El monto de álbumes vendidos ha superado en este medio siglo los 325 millones y aún se compran una media de 18.000 al día. Mientras la editorial era la Albert-René, la historia se mantenía bastante bien aunque muchos recordaban que había un pacto de caballeros entre Goscinny y Uderzo para que si uno de ellos desaparecía, la aldea gala que resistía a los romanos fuera borrada del mapa ipso facto. El 80 cumpleaños de Uderzo fue celebrado a lo grandísimo con la colaboración de humoristas, dibujantes y grandes señores del comic.

La hija de Uderzo, Sylvie, trabajaba en esos momentos en la editorial. Primero como jefa de comunicación y después como miembro del Consejo de Administración. Casada con el publicista Bernard Boyer de Choisy, a quien su suegro compara con el mismísimo Iznogud por maquiavélico y trampas, Sylvie llegó a hacerse con el 40% de las acciones de la editorial (regalo de su padre, por cierto). Un buen día la dama descubrió que Albert había concedido al grupo Hachette Livre la autorización de continuar, cuando él muera, con las aventuras del galo del casco alado y su amigo cazajabalíes y acarreamenhires. El grupo editorial adquirió en diciembre de 2008 el 60% de la editorial Albert-René.

Esa clase de cesiones son habituales en el mundo del comic. Sin embargo, Sylvie montó en cólera. Con sus acciones en la mano intentó detener la compra esgrimiendo como arma y bandera que no admitirá que gentes extrañas a su padre y a Goscinny gestionen las próximas aventuras de los galos y acaso los hagan viajar a galaxias muy lejanas o participar en carreras de Moto GP o Fórmula Uno. Por lo tanto, Sylvie ha iniciado una serie de movimientos judiciales para detener la venta de las acciones que pertenecen a su padre (40%) y a la viuda e hija de Goscinny (20%) acusando a «los peores enemigos que jamás haya tenido Astérix, los ejecutivos y la industria, los invasores romanos de Hachette», de haber secuestrado la voluntad de Uderzo.

La batalla no ha hecho más que empezar. Como decían, dicen y dirán en la aldea: «¡Están locos estos romanos! ».

Pero mientras Sylvie, Bernard, Albert y los altos ejecutivos de Hachette se ven las caras en los tribunales, medio mundo y tres cuartos celebra ya el glorioso cincuentenario.

Negocio

Mientras, en la Red se vende, se compra y se trafica (esto último buenamente, apasionadamente) con Astérix. Seis volúmenes conteniendo en total 24 títulos alcanzan un precio de 350 euros (a pagar en cómodos plazos de 35 mensuales) y una cantidad de páginas que llega a las 1.140 en formato 23x29,5cm.

Se venden también al detail títulos como La gran zanja o Astérix en América, aunque uno de los álbumes que más pasión desata entre los blogueros de medio mundo es Obélix y compañía, pieza recomendada por activa y por pasiva a estudiantes de Marketing, Relaciones Laborales y Ciencias Políticas. Con una ironía superior y una visión de futuro y de presente inconmensurables, Goscinny y Uderzo permiten a César estar a un milímetro de derrotar a los irreductibles galos.

¿Por la fuerza de las armas? ¡No! Los romanos están locos pero no tanto: introducirán en su aldea el virus del... ¡capitalismo! Harto el emperador de que Obélix mamporree de lo lindo a sus invictas legiones, reclama la ayuda de Cayo Coyuntural, un licenciado en Económicas que le propondrá convertir a Óbélix en un magnate de la venta de menhires, haciéndole olvidar cualquier otro compromiso o pasión (incluidos Falbala y los jabalíes). Ver al gordo de los calzones blanquiazules pensar sólo en sus libros de cuentas y sus ganancias provoca escalofríos...