Las noches de fin de semana complican la situación en algunas localidades como Conil, en la imagen./ A. VÁZQUEZ
Ciudadanos

Las localidades costeras multiplican hasta por diez su población en verano

La mayoría de los municipios se enfrentan a grandes dificultades para mantener los servicios básicos de limpieza, sanidad o incluso de seguridad

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De la calma a la tempestad. De la tranquilidad invernal a la masificación estival. Las localidades costeras de la provincia deben adaptarse en el verano a un incremento inusual de su población en base a un turismo que busca principalmente la playa. Los municipios llegan a duplicar y triplicar el número de habitantes en julio y agosto. Alguno hasta se multiplica por diez. O más.

Aunque nadie duda de las ventajas que tales cifras conllevan para la reactivación de la economía local, tampoco pasa desapercibido para los vecinos las dificultades que deben sortear como consecuencia de tal multiplicación del censo. Una población fluctuante que llega a colapsar en ocasiones los servicios básicos de las ciudades como puede ser la recogida de basura o el abastecimiento de agua. Los centros de salud atraviesan igualmente graves problemas para atender su nueva demanda temporal (que se une a las vacaciones del personal).

Otros problemas derivados de una acumulación excesiva de personas son la falta de estacionamientos, las dificultades para el tránsito regular del tráfico o incluso la seguridad ciudadana, como ocurre en Conil, que debe pedir refuerzos policiales en verano para hacer frente a la avalancha de personas que toman la localidad en las noches de fin de semana. Pero Conil no es el único. Cada ayuntamiento debe hacer frente a modificaciones de los servicios y mejoras de equipamientos para reducir el impacto y, a pesar de que cuentan con unos presupuestos limitados, consiguen sobrevivir.

Sin embargo, este verano se encuentran con una dificultad añadida: las obras del Fondo de Inversión Local, que deben estar finalizadas para antes del 2010, de modo que el grueso de los trabajos se están desarrollando durante estos meses. Los diferentes consistorios de las localidades costeras ya han manifestado la problemática que supone tener que realizar reordenaciones de tráfico, por ejemplo, con las numerosas obras que se ejecutan tanto en las calles más transitadas por los turistas como en cascos históricos y vías de acceso al litoral.

Gran esfuerzo

En aquellos casos en los que la población se multiplica por diez el esfuerzo de previsión por parte de los equipos de gobierno resulta de una complejidad extrema. Es lo que le ocurre a Chipiona, que pasa de tener un tranquilo invierno con unos 18.500 habitantes a cerca de 200.000 personas durante el verano, ocupando el mismo espacio. En este caso la ciudad se desborda, especialmente si se tiene en cuenta que el municipio está totalmente preparado para acoger a 80.000 personas, pero no al doble. Por ello se deben reforzar aspectos como el sanitario, de manera que se amplía el horario del ambulatorio, o la seguridad, contando con 43 efectivos más de la Guardia Civil.

El servicio de basura también ha de esforzarse al máximo durante esta época en la que se puede llegar a acumular hasta 110 toneladas durante los fines de semana. Otro de los problemas reside en el aparcamiento de los vehículos y por ello el consistorio facilita cuatro bolsas de estacionamiento repartidas entre el centro y la línea de playa, uno de sus principales atractivos al contar con 14 kilómetros de arena.

Pero, para mantener tal nivel de visitas, no puede faltar una oferta de ocio atractiva y que vaya desde el cine a la música, pasando por el deporte y las actividades lúdicas. Un conjunto de actuaciones que supone un auténtico quebradero de cabeza para sus responsables municipales, pero que permiten un desarrollo económico importante de la localidad.

El aparcamiento, por su parte, es el principal problema en la pedanía barbateña de Zahara de los Atunes, que pasa de tener 1.500 a unos 30.000 habitantes. Se trabaja para lograr solucionar los contratiempos que genera la falta de estacionamiento, que también se da en Barbate aunque en menor medida, pues duplica su población, censada en unas 22.800 personas en la época estival. Aun así, los problemas que se generan llegan a tal extremo que los módulos de salvamento situados en la costa han de funcionar como centros de atención primaria.

Los veteranos

Conil es otro de los puntos de atracción turística y multiplica sus 20.000 ciudadanos casi por cinco al sobrepasar las 90.000 personas durante el verano. Para poder sacar adelante el servicio de limpieza sin que se produzcan graves contratiempos, el Ayuntamiento debe ampliar la plantilla con 27 trabajadores que sirvan para reforzar la recogida de basura. Además, debido a la falta de infraestructura para cubrir las necesidades del número de personas que se concentran durante el verano en la localidad, desde el municipio se ha solicitado la ayuda de Subdelegación de Gobierno y se pide mayor implicación de la Guardia Civil para poder garantizar la seguridad.

Otra ciudad que también triplica su población en verano es El Puerto que de 86.000 habitantes llega a los 256.000 veraneantes. Al aumento de población se suma el incremento de actividades de ocio en la calle y especialmente durante los fines de semana. El ayuntamiento trata de mejorar los servicios y de reforzar tanto los servicios de limpieza como los sanitarios para cubrir las demandas de una población fluctuante.

Algo similar ocurre en Chiclana, que supera en época estival los 250.000 habitantes cuando su población en invierno no llega a los 80.000 vecinos. La vigilancia y los operativos para el mantenimiento de la seguridad se convierten en una de las principales preocupaciones del Consistorio, que año tras año logra solventar al final los inconvenientes que surgen ante un incremento tan pronunciado de personas en su suelo.