Noemi Letizia muestra una fotografía de Berlusconi. / AP
YOANI SÁNCHEZ Bloguera cubana crítica con el régimen castrista

«La población cubana está harta del inmovilismo y tiene un gran deseo de cambio» El ex novio de la menor relacionada con Berlusconi complica el caso

La disidente cibernauta cree que el régimen no ha logrado trasmitir el espíritu revolucionario a las nuevas generacionesDice que el primer ministro le llamaba al móvil y la invitó a su villa en Cerdeña

| LA HABANA CORRESPONSAL. ROMA Actualizado: Guardar
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El Gobierno cubano tiene en Yoani Sánchez (La Habana, 1975) una voz incómoda que encarna la nueva disidencia que quiere dar un cambio a cincuenta años de comunismo caribeño. Con más de mil comentarios por entrada publicada, su blog, Generación Y, es uno de los más visitados del mundo y un ejemplo de ciberactivismo. En mayo de 2009, ha entrado en vigor una resolución ministerial para impedir a los cubanos el uso de internet. Un intento de poner puertas al campo que, según Sánchez, Premio Ortega y Gasset de Periodismo Digital, «es una batalla perdida de antemano».

-¿En qué medida el Gobierno recrudece las limitaciones a Internet para la población autóctona?

-Los blogueros alternativos hacemos nuestras bitácoras sobre todo desde lugares públicos, que son excesivamente caros, lo que nos obliga a bloguear de una manera rápida y a hacerlo con una frecuencia limitada de publicación. En varios hoteles, se prohíbe vender tarjetas de Internet a cubanos.

-¿A qué responden todas estas medidas?

-Todo esto evidencia el temor que tienen al nuevo fenómeno del ciberactivismo. La blogosfera alternativa cubana todavía se encuentra en una fase embrionaria, pero empieza a sonar mucho. Además, hay tantas necesidades de información y de escuchar opiniones diferentes que la gente está leyendo los blogs a través de los 'memory flash' o de las copias en cedé.

-Su blog, Generación Y, es uno de los más leídos del mundo. Pero, ¿se lee lo suficiente en Cuba?

-Claro, eso es lo más importante. Los fenómenos vienen en una dirección y a veces en otra. Las modas surgen a veces aquí y otras veces llegan de fuera. Vivimos en un país donde hay un monopolio informativo sobre los medios de difusión y no se puede pretender que algo que va más allá de los líderes en el poder, más allá de las verdades oficiales, sea conocido por un grupo grande de cubanos.

-Pero en la historia del control de la información, de la censura, nunca se había topado ningún Gobierno con un elemento tan correoso como Internet. En China se emplean a más de 20.000 personas en labores de vigilancia cibernética. ¿Cree que en Cuba un dispositivo de control similar es posible?

-Controlar el fenómeno de internet es una batalla perdida de antemano. Primero, no estamos en China, sino en Cuba, que es uno de los lugares con más acceso satelital del mundo. Estamos en una zona del planeta con más de dos millones de compatriotas por el mundo, pero que vienen y nos traen noticias, traen tecnología. Y así es complicado que nos puedan controlar.

-Usted es una de las voces más destacadas de la disidencia, pero parece que no son muchos los jóvenes que se atreven a implicarse. ¿Es miedo o indiferencia?

-Hay mucha apatía aquí. El exceso de ideologización y de propaganda política generó el efecto contrario, la apatía. Para la mayoría de la gente hablar de temas sociales y de responsabilidad ciudadana es una cosa que está pasada de moda. Muchas personas tienen sus ojos puestos en la emigración, así que mantienen un bajo perfil de disconformidad aquí dentro para lograr salir.

-Antes había más entusiasmo por la Revolución...

-Sí, se ha perdido mucho entusiasmo. No ha evolucionado, no llega dentro. Sobre todo en las nuevas generaciones, no hay un fervor real por el sistema.

-Tras cincuenta años de castrismo, ¿como le gustaría ver a Cuba en 2029?

-En tan sólo veinte años la situación aún estará complicada. Creo que esta isla debe pasar por procesos de renacer, de refundación... La economía está en el piso, la gente más joven se ha ido. En natalidad, estamos atrapados en un dilema, porque nacen menos niños y emigra cada vez más gente. Cuba tiene una natalidad de Primer Mundo y una emigración de Tercer Mundo, una sociedad atrapada en eso, se las ve mal en muchos sentidos.

-¿Cree que la acción de Yoani Sánchez, su goteo constante de mensajes críticos, va calando?

-Cuando gané el premio Ortega y Gasset me felicitaron incluso militantes del partido. Hay un gran nivel de deseos de cambio, la población está harta de este inmovilismo y se siente sacudida cuando oye otra opinión. Sobre todo cuando es una opinión como la mía, que no apela a la violencia verbal, sin rencor.

Un joven de 22 años, apasionado de kickboxing, currante en una fábrica, acusa al segundo hombre más rico de Italia y primer ministro, Silvio Berlusconi, de haberle robado la novia y, además, de haber mentido a los italianos sobre esta extraña relación, enrarecida por el hecho de que ella era menor. Es el último capítulo de un culebrón que cada vez cobra una entidad política más imprevisible, inaugurado por la propia esposa de Il Cavilare, Veronica Lario, al desahogarse hace tres semanas por sus escarceos.

Uno de ellos, su asistencia a la fiesta del dieciocho cumpleaños de una joven, Noemi Letizia, que le llama «papi». Berlusconi aseguró que era la hija de unos viejos amigos. Pero ayer salió el novio despechado. Lo ha desmentido todo y ha dado detalles escandalosos. Mientras el padre de ella anuncia una querella, la oposición imagina una especie de caso Lewinsky, acusa a Berlusconi de mentir y exige explicaciones.

El novio, Gino Flaminio, ha contado al diario La Repubblica que su chica hizo un catálogo de fotos para una agencia. Luego cayó en manos de Emilio Fede, amigo de Berlusconi y presentador de uno de sus telediarios, que lo dejó en casa del magnate. Un día, asegura Flaminio, el primer ministro la llamó personalmente al móvil. «Le dijo que le había impresionado su 'rostro angélico' y su 'pureza'», relata.

Esta peculiar amistad telefónica deterioró el noviazgo hasta que en Nochevieja, asegura su ex novio, Noemi pasó unos diez días en la villa de Berlusconi en Cerdeña: «Me contó que había muchas chicas, entre treinta y cuarenta, se alojaban en bungalows». Il Cavaliere ya fue cazado una vez en su villa con varias jóvenes, que sentaba en sus rodillas.

Esta historia fue rara desde el principio, porque no se sabía qué pintaba Berlusconi en una puesta de largo de pueblo. Aseguró que el padre de ella era chófer de Craxi, aunque el hijo de éste lo desmintió. El asunto se desmadró con las entrevistas de vergüenza ajena de Noemi Letizia, una de tantas adolescentes italianas que se mueren por ser famosas como sea. De fondo, dos frases misteriosas de la mujer de Berlusconi: «Mi marido frecuenta menores» y «Mi marido no está bien». La Repubblica ha emprendido una agresiva campaña exigiendo al primer ministro que responda a diez preguntas sobre el caso, pero él guarda silencio.

Lo que vaya a pasar ahora es difícil de calcular. En otro país este escándalo sería grave, pero el haber mentido o no en esta historia es una nimiedad en su currículum y en Italia ya no se sabe lo que es normal. Además, según los sondeos, en las europeas arrasará. Pero lo nuevo es que este escándalo entra en un terreno de la moral más familiar, tradicional y comprensible que el conflicto de intereses.