vuelta de hoja

El invitado

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Se ha quitado méritos don Santiago Carrillo al decir que el único que puede tener es el de haber vivido tantos años. Eso no es un mérito, sino un privilegio y según se mire. «Quien mucho vive mucho pena», dice nuestro híspido refranero. Lo normal es que los ancianos, si conservan la excepcional lucidez del controvertido político, no deseen vivir muchos años: sólo aspiran a estar vivos al día siguiente. También me ha sido dado conocer a algunos que querían ausentarse cuanto antes. Don Francisco de Quevedo, que murió a los 65, clamó más que rogó: «mi vida acabe y mi vivir ordene». Carrillo, que lo está ordenando a los 94, ha rodado un documental revisando la historia de España del siglo XX y ha trasladado sus increíbles calendarios al Festival de Cine de Málaga. Casi otro siglo en la alfombra roja.

A ningún español se nos puede olvidar que fueron tres los compatriotas que no se tiraron por los suelos aquel vergonzoso 23 de febrero. Salvo Adolfo Suárez, Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo todos mordieron moqueta. Cuando se es un líder y se ha arrastrado a gente a morir, o bien se ha delegado en ellos para que mueran, hay que saber comportarse, ya que «muchos tragos son la vida y un solo trago es la muerte». Ese respeto, al margen de que piense cada uno lo que piense, no nos lo va a quitar nadie. En ese tripartito se depositó el honor del Congreso. Un anciano, apuntalado por el bastón, pero erguido, compareció en el festival malagueño. Había rodado con Martín Cuerda cuarenta y tantas horas de conversación, durante doce días. Es quizá el único testigo. Conserva un cierto humor: «tengo dudas de que Fraga esté en condiciones de pensar algo sobre la película, desgraciadamente ha envejecido peor.