BURDEOS. Vivienda en la que fueron arrestados los cuatro miembros de ETA en 2003. / EFE
ESPAÑA

'Pianistas' en clave secreta

Francia va a juzgar a la oficina de información de ETA sin descifrar el acceso a la base central de datos que le ocupó hace seis años

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En la primavera de 2003 la policía francesa intervino a ETA la base central de datos (Data Gune Zentral, DGZ), los ficheros informatizados de los objetivos económicos y militares de sus comandos. Seis años después un tribunal de París se dispone a juzgar desde mañana a los cuatro acusados de formar entonces el núcleo duro del sub-aparato de información o 'Pianistak' sin haber logrado descifrar la clave de acceso. Y eso que Ainhoa García Montero, alias 'Nekane', 'Laia' o 'Amaiur', presunta responsable de una red formada por medio centenar de chivatos, envió los códigos a sus sucesores desde la cárcel. Pero el texto, descubierto luego en una base logística, también estaba encriptado.

El 9 de mayo de 2003 agentes antiterroristas sorprendieron a la oficina de información de ETA en plena mudanza en Saintes, a 120 kilómetros al norte de Burdeos. En dos monovolúmenes, Ainhoa García, Asier Aranguren Urroz 'Elkorreta', Aitor García Justo y Thierry Idiart transportaban un importante material cibernético: cuatro ordenadores portátiles, dos impresoras, cuatro lectores de disquetes y tres centenares de discos informáticos.

Los especialistas pronto comprobaron que las memorias y soportes estaban protegidas por el sistema Pretty Good Privacy (PGP), un programa colgado en uso libre en Internet por un antimilitarista estadounidense. Pero las rúbricas y nombres otrogados a los archivos delataban que se trataba de DGZ.

La sospecha se vio confirmada por el hallazgo en los vehículos de fotografías, notas y escritos que aún no habían sido sometidos a la consigna de ser quemados una vez volcados a la base central de datos. En su mayor parte, se trataba de informes de vigilancias, seguimientos o averiguaciones acerca de políticos, empresarios, jueces, policías, militares, periodistas, funcionarios de prisiones, miembros del Opus Dei, profesores y otras categorías sociales situadas en el punto de mira de ETA.

También eran numerosos los artículos y recortes periodísticos sobre personalidades españolas de todo tipo. En un lote de carpetas se encontró un reportaje sobre la nueva casa del matrimonio formado por José Maria Aznar y Ana Botella, con precisiones sobre la distribución de las habitaciones y el sistema de vigilancia, así como una información sobre la mudanza de la infanta Cristina y su esposo, Iñaki Urdangarin, a un piso de Barcelona. Además había artículos sobre Torrespaña y los sistemas de telecomunicaciones así como cartografías de los gaseoductos, las redes de transporte de gas y la ubicación de los centros logísticos de hidrocarburos.

En un disquete se detectó un archivo en el que estaba marcado sobre un plano del Casco Viejo de Bilbao un bar del que se decía que era frecuentado por agentes del CESID, antecesor del Centro Nacional de Inteligencia. También contenía planos de los barrios bilbaínos de Uribarri y Zorroza con la localización de los domicilios de políticos y policías. En un archivo borrado que pudo ser restaurado un tal 'Aihotz' contaba que, tras un paréntesis por sospechar vigilancias policiales, había «vuelto a trabajar» y enviaba datos sobre objetivos potenciales en Vitoria.

Corresponsales

El alias es uno de los cerca de cincuenta que aparecen en la documentación intervenida y que corresponden a los corresponsales locales que espían sobre el terreno por cuenta de los 'Pianistas'. Las aportaciones interceptadas en Saintes abundan en los clásicos listados de matrículas de coches de policías, descripciones físicas, hábitos y horarios de vigilados o planos, fotos y bosquejos de escenarios de atentados.

También había documentos menos corrientes como listas de hinchas de la Real Sociedad o datos de la mensajería electrónica del centro de coordinación de la Policía Nacional en la capital guipuzcoana. Asimismo se halló una agenda electrónica Casio perdida en Bilbao por un escolta del PP con numerosos teléfonos de sus militantes, calificados de «peces muy gordos» en una nota.

En una autocrítica enviada desde la cárcel, Ainhoa García puso en conocimiento de ETA que la policía gala se había apoderado en Saintes de «todo el DGZ» pero puntualizaba que estaba totalmente criptado. En otro mensaje carcelario, interceptado meses después, transmitía a sus sucesores las informaciones operativas en su poder además de mostrarse impaciente por un atentado contra Sabin Etxea, la sede del PNV. Entre esos datos vitales, en aquel manuscrito figuraba «la llave de Mattin Salto», es decir, la frase necesaria para acceder al contenido de la base central de datos. Pero esa clave también estaba codificada y los especialistas franceses han sido incapaces de descifrar la contraseña para acceder a los ordenadores en los que se teclea el réquiem de los pianistas.