EN VANGUARDIA. Lacoste ha evolucionado con el tenis. / E. C.
Sociedad

El cocodrilo que viste a la moda

Lacoste cumple 75 años como icono de la explotación de la imagen de marca después de su irrupción en el tenis francés

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«Esto es una pija que va por el desierto y, de repente, ve un cocodrilo y grita: '¿Me va a atacar un Lacoste!'». Son muchos los chistes en relación a esta marca francesa y su vínculo con determinadas clases sociales. Nunca pasa desapercibida. No hay nadie en el planeta que no sepa de esta empresa y no haya visto o lleve puesto el polo original. Su imagen se ha transformado con cada época y se renueva con el paso del tiempo, como si le hubieran hecho un lifting al cocodrilo más longevo de la historia textil. Este famoso reptil, que introdujo importantes novedades en el mundo de la moda ha celebrado los 75 años de su nacimiento en las canchas de tenis.

Este depredador, aunque parezca extraño, no es fruto de la inspiración de ningún estilista, sino que vio la luz por necesidad. Sí. Por pura casualidad. Los padres de un frágil muchacho francés no encontraban solución alguna a la salud de su hijo, que cada dos por tres cogía un resfriado. El médico les obsequió con infinitos remedios, pero la salud del pequeño no mejoraba. En un punto de desesperación, el doctor sugirió que el joven debía practicar algún deporte para fortalecerse. Junto a la casa de la adinerada familia se levantaba un selecto club de tenis donde fue matriculado. Lo que no podía imaginar nadie es que ese niño pronto comenzaría a cosechar éxitos y se convertiría en una figura de la raqueta.

El enfermizo joven se llamaba René Lacoste. Un apellido que ha dado mucho que hablar en las mejores pasarelas internacionales. Aunque sus conocimientos de moda eran escasos. Su única preocupación era la de tener a sus contrincantes contra las cuerdas y quitar esa sensación de frío que le atenazaba al finalizar cada partido. Por aquella época, los tenistas empleaban siempre unas camisas de manga larga almidonadas, que no dejaban transpirar el sudor y almacenaban la humedad.

El joven Lacoste seguía encadenando una victoria tras otra, y en 1927 arrebató por primera vez la Copa Davis a los americanos. Junto a otros tres grandes del tenis francés de los años veinte formaba Los Mosqueteros. No dejaban escapar ninguna competición: triunfaron tres veces en el Roland Garros, dos en Wimbledon y en el Open de los Estados Unidos de Forest Hill. Su estrategia de juego era como la del aligator, ya que devolvía constantemente la pelota al adversario, y cuando éste se cansaba lanzaba un zarpazo, o lo que es lo mismo golpeaba la bola con fuerza. Este modo de juego le valió en la prensa el seudónimo del cocodrilo. Pero su problema con la indumentaria deportiva persistía.

Harto de enlazar un catarro tras otro, le propuso a un amigo que diseñase una camisa de tela que tuviese un género transpirable. Así nació el polo Lacoste, con un tejido a base de petit piqué, es decir, con una rejilla que permitía filtrar el sudor. Pero aún le faltaba su símbolo más preciado en la solapa. A tenor de su sobrenombre en las canchas, un amigo de Lacoste dibujó en 1927 un cocodrilo -más grande que el que se comercializa-, y el tenista no dudó. A modo de broma, colocó esta ilustración con un imperdible en la americana para salir a jugar.

Desde entonces, todos sus compañeros le solicitaron un polo como el suyo, que facilitaba el juego por su comodidad. Todo un negocio. Así, al terminar su etapa deportiva, Lacoste se pasó a la moda. Y se asoció con André Gillier, propietario y presidente de la compañía francesa de géneros de punto más grande de la época, para fabricar la camisa bordada y toda una serie de modelos de camisas deportivas para tenis y golf.

El resto es todo números: cada año se venden bajo el sello de Lacoste unos 59 millones de productos. Esto representa una facturación de 1.582 billones de euros, al estar presente en 110 países con una red de tiendas de deportes y en los comercios minoristas especializados. Un compendio de 1.010 tiendas del cocodrilo -130 establecimientos en España y más de 2.000 puntos de venta en centros comerciales de todo el mundo.

Da escalofríos pensar en el brutal crecimiento que ha experimentado esta idea gestada en la pista de juego. «No estoy seguro de que él fuera consciente de todo esto, pero sí que estaba muy orgulloso de todo el trabajo realizado para hacer aún más famoso a nuestro cocodrilo y también del éxito de nuestro negocio familiar», reconoce el nieto del gran tenista y el director de relaciones externas, Philippe Lacoste.

Del tenis al golf

La familia y el deporte resultan un vínculo inseparable para esta marca francesa. René Lacoste se casó con la gran jugadora de golf Simone Thion de La Chaume, tuvo cuatro hijos, 17 nietos y 14 bisnietos. Hasta el momento sólo tres allegados han ocupado cargos directivos en la compañía: Bernard Lacoste, hijo del fundador que fue presidente de la empresa familiar desde 1963, y dos nietos aún presentes en el negocio. Y es que los miembros del clan aseguran llevar a rajatabla una política especial a la hora de contratar a algún familiar. Antes de admitirle en la empresa debe probar su valía en otras empresas ajenas al grupo.

En cuanto al tenis, el cocodrilo sigue presente en el pecho de grandes campeones como Andy Roddick, Richard Gasquet, Arnaud Clement; y en el golf muchos profesionales también cuentan con su espónsor. Pero aunque esos son sus orígenes, a partir de 1960, Lacoste dejó de vincularse únicamente a prendas deportivas para desembarcar de lleno en el diseño de ropa informal. «Lacoste disfruta de un tranquilo navegar con diversas líneas de productos. Sus prendas y accesorios interesan tanto a las personas que marcan tendencias como a aquellos que les gusta ir elegantes. Recientemente, el jefe de alta costura de Christian Lacroix fue elegido director creativo. Y su tarea principal ha sido la de revisar la imagen de la compañía y añadir un giro urbano a los básicos de ropa deportiva».

El genuino cocodrilo verde ha cambiado de color y de tamaño y aún hay quien asocia el símbolo al pijerio, como un polémico vídeo de las Juventudes Socialistas que hizo que Lacoste tomase medidas legales. Todo fue por una grabación en defensa de la asignatura de Educación para la Ciudadanía donde se mostraba a dos jóvenes, uno del PSOE y otro del PP. Este último vestía un polo con un cocodrilo. El sketch estaba ambientado en el concurso televisivo Pasapalabra, y el popular daba respuestas incongruentes con tono pijo.

Estrellas de cine y líderes de opinión hacen uso de Lacoste. Y en las calles desde niños a mayores llevan en su solapa al reptil verde o plateado con su hocico rojo. Sobre rayas, lisos y todo tipo de colores. Pero también está presente en calzado, bolsos, relojes, gafas... Siempre con el denominador común de calidad, comodidad y elegancia. Sin duda, un gran raquetazo el de René Lacoste que convirtió una prenda deportiva en un icono.