TERREMOTO. Intervino en el festival con su mejor cante, perjudicado por problemas técnicos. /J. L. D.
Cultura

Nimes de la frontera, flamenco de calidad

El festival que se celebra en el sur de Francia, uno de los referentes europeos del arte

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Arrancó fiel a su cita, como cada invierno una de las citas más importantes del panorama flamenco a nivel internacional. El Festival Flamenco de Nimes cumple su decimonovena edición, que finalizó la semana pasada, con éxitos que se superan cada año. Un Festival, que engendrado desde una base conceptual cargada de creatividad, y con patrones artísticos que se salen de lo acostumbrado, al menos en nuestro país, obtiene grandes resultados, tanto a nivel de público, como de éxitos artísticos. La pequeña ciudad de Nimes, conocida en el ámbito flamenco por Nimes de la frontera, por su hermanamiento con la ciudad de jerez y el amor que procesa este festival a sus artistas, amplia su tradición taurina al ámbito flamenco, desde hace casi dos décadas. Y no le va mal.

La sabia elección de espectáculos de cante, baile y toque para esta edición, ha conseguido que, a lo largo de la semana, todos los espectáculos programados obtengan el lleno de butacas en los diferentes emplazamientos que se han utilizado para ello.

La semana arrancó los pasados 15 y 16 de enero con la apertura de las puertas del Teatro Odeón, en donde se pudo disfrutar de la compañía sevillana Varuma Teatro con su espectáculo Malgama, programado para la población escolar de la ciudad. El lunes proseguirían en el mismo lugar, dos artistas de la ciudad: la bailaora La Rubia y el cantaor Luis de Almería, marsellés de origen.

Uno de los platos fuertes fue la presencia de Antonio Rey, referente de las nuevas generaciones del toque más contemporáneo y el inexorable Diego Carrasco que con la sola presencia de Ané Carrasco como acompañante degustaron las mieles del éxito.

Otro jerezano de pro, Alfredo Lagos tuvo su lugar en un recital que gustó sobremanera, con toques propios y reconocidos aires de su tierra adaptados al toque vanguardista que lleva como argumento. Alicia Gil fue otra de las heroínas flamencas que se dejó escuchar.

Ya en el Teatro de Nimes, la afición se deleitó con el cante. Un cartel más propio de un festival veraniego, en cuanto a que juntar tres recitales de cante con diferentes artistas en un escenario no es algo que se estile por aquí; y este será uno de los éxitos de este festival: el salirse de los patrones a los que estamos acostumbrados en nuestro país. Quizás debiéramos tomar ejemplo del país amigo para buscar nuevos resultados a través de estas modificaciones.

Trío de ases del cante fue la premisa que se quería llevar a cabo. Juan José Amador, que estuvo acompañado por la guitarra de Eugenio Iglesias. Cantaor al que estamos acostumbrados a escuchar atrás, para el baile, dejó buen sabor de boca en sus cantes. La etiqueta Amador es sinónimo de flamenquería y así fue. El público notó algo de fuerza en sus cantes, hecho que se reflejó en los regalos que otorga el público al final de cada cante.

La intervención de Fernando Terremoto con la guitarra de Alfredo Lagos fue una explosión de cante, que se vino poco a poco abajo, pues problemas técnicos y la voz algo rozada le impidieron acercarse más a la cima. Su comienzo de bulerías por soleá sorprendió por la fuerza de su cante y su ejecutoria precisa. Fue a partir de la malagueña cuando el estado de ánimo del cantaor arreció por los problemas de sonido, y que no recuperó a lo largo de su cante. La profesionalidad de alguien como Fernando hizo que llevara a cabo algunos de sus cantes sin micro lo que, en un alarde de fuerza cantaora, resultó exitoso. Sus bulerías supieron a gloria. Y así se marchó, dejando el pabellón donde merece.

Artista hasta el final

El plato fuerte de la noche del jueves quedaba para el veterano cantaor Antonio Cortés Chiquetete. Cantaor que se decantó allá por los 70 por las canciones aflamencadas, con las que llegó a ser número uno de ventas en varios de sus discos, obtuvo grandes reconocimientos y realizó grandes giras mundiales, encuentra ahora el momento de volver a su pasado y reencontrarse con el cante más puro y el que practicaba en su juventud. Se esperaba mucho de él, pues Nimes iba a ser la ciudad que lo escuchara por primera vez su vuelta al cante tradicional. Ya en su comienzo con tonás puso la carne en el asador. Su voz, aparentemente frágil no decayó y se reafirmó en tientos tangos que dejaron paso a otros cantes; véase, la soleá en la que rindió homenaje a su patria trianera en todo momento sin salir del barrio. Con ganas de más se despidió con uno de sus éxitos comerciales de antaño, donde ya flaquearon algo sus facultades, pero no dejó de ser artista hasta el final.

Una familia emblemática del baile hizo acto de presencia. Una nueva producción se presentaba en el mismo teatro; la familia Galván al completo. Primera ocasión de ver a todos los miembros de esta saga bailaora sevillana. El patriarca José Galván fue el maestro de ceremonias y el alma mater de la obra. Un espectáculo sin grandes artificios ni grandes montajes escénicos; es más nada de nada; baile y más baile en esencia. Con un paso a tres de José, su primogénito Israel, y Pastora se subieron a las tablas. Pinceladas de arte contemporáneo, vanguardia jonda, postmodernidad flamenca fue el leit motiv.

Si Israel es la definición de todo esto junto, Pastora es la fragancia del aroma del Israel más femenino, en su adapto a la mujer bailaora. Pasos a dos, en uno y otro cante, en uno y otro baile, fandangos a capella con una baile de los más intimista, tangos de Pastora, y cuerpo electrizante el de Israel cuando se reinventa en cada gesto es lo que se mostró. El plato fuerte fue para el patriarca con una seguiriya que fue el cúlmen de la noche. El baile majestuoso y responsable de Galván dejó ver la raíz del baile de sus descendientes; es la personalidad que ha dado tantos éxitos a los Galván.

Estaba prevista, para la tarde del sábado un recital de cante a cargo de José Valencia en el Palacio de Justicia. Este lebrijano conoce bien este festival pues es uno de los habituales casi cada año. En un acústico sin artificios técnicos, la sapiencia cantaora de un cantaor que suena a veterano del cante, mostró sus credenciales. Le acompañaba Miguel Iglesias, que conoce su cante y fueron uno solo. Cante y toque. José cantó por derecho; sentado donde se sientan los acusados, sólo pudimos acusarle de su cante: cante con denominación de origen, con sabor a puro. Si en la soleá destapó el tarro de las esencias, en la malagueña el aroma del Mellizo se fundió con el olor a madera de la sala de justicia. Y justicia es lo que hizo con la seguiriya; firmó una sentencia en firme, sin posibilidad de recurrirla. Cante justo, cante puro. El cante por excelencia, en una voz antigua, oscura, privada. Las cantiñas y las bulerías en tono de taranta dieron un toque rítmico a su intervención. Martinete como golpe final del mazo justiciero en el cual dejó su firma. Los futuros reos escucharán todavía los restos de cante que impregnaron las maderas de la sala.

Como cada año, el festival se reserva la última gala para espectáculos de envergadura, y en este caso, de merecido reconocimiento al recuerdo de Mario Maya. Mujeres con Merche esmeralda, Belén Maya y Rocío Molina. Tres generaciones de baile; tres estilos, tres inicios distantes para encontrarse en un fin común. Tres figuras de baile, que aúnan fuerzas. Un público deleitado. A pesar de tener un rodaje más que sobrado en las tablas, no sé si por el recuerdo a Mario Maya o por alguna otra circunstancia, y aunque el resultado fue el pretendido, y las butacas temblaron, la realidad se impuso y faltaron momentos de calidez y transmisión.

Nimes ya prepara su 20 aniversario, que supondrá un festival de más duración, con más de veinte días en los que se distribuirán conciertos, conferencias, cursos de baile, etc Un referente europeo que alcanza cotas de calidad cada año más altas.