EN LA CALLE. Roman hace de mimo con las mangas y pantalones remangados. / C. C.
Ciudadanos

Las temperaturas comenzarán a estabilizarse en Cádiz desde mañana

El termómetro no sobrepasó ayer los diez grados y hoy se repetirán los valores Los sin techo aseguran que han pasado «una de las madrugadas más frías»

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Cádiz vivió ayer una jornada a la que no está acostumbrada, ya que se registraron las temperaturas más bajas de los últimos años. Un frío al que los ciudadanos se enfrentaron como pudieron, siendo los abrigos los mejores aliados de un día en el que no se sobrepasaron los diez grados.

Según las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) las temperaturas más bajas se situaron en cuatro grados, mientras que las máximas fueron de ocho. Una situación que se prolongará hasta mañana, pues no será hasta el lunes cuando comience a remitir este temporal de frío y se estabilice la situación.

Ya hoy se notará un leve ascenso en los termómetros. De hecho, ayer por la tarde Cádiz salió de la alerta amarilla en la que se encontraba quedando fuera de peligro, aunque desde la Aemet se aconseja a los ciudadanos que extremen las precauciones durante estos días.

Se prevé que la borrasca salga de la península en la madrugada del domingo y que el tiempo dé una leve tregua, pues el martes llega desde el Atlántico y por el noroeste una nueva perturbación, que probablemente sólo afectaría al tercio occidental, aunque todavía queda la posibilidad de que se desvíe hacia Canarias en forma de borrasca.

Ningún gaditano se salvó ayer de padecer el frío y era común el ver por la calle a ciudadanos frotándose las manos y en busca de zonas por las que luciera el sol para encontrar algo de calor.

Los padres extremaron las precauciones con los pequeños en la entrada del colegio, a una hora de la mañana en la que muchos se sorprendieron de ver los cristales de los coches helados. Las bufandas y los guantes se convirtieron en las mejores armas para combatir las bajas temperaturas, que fueron remitiendo al mediodía y hasta la tarde.

El transporte público y los coches fueron los otros recursos que utilizaron los ciudadanos para sobrellevar la jornada lo mejor posible, sin ver trastocada su rutina por el tiempo, tal y como ocurrió en otros puntos de España.

La calle del frío

Las bajas temperaturas que se registraron ayer en Cádiz, cogió por sorpresa a la mayoría de los ciudadanos, sin embargo de mejor o peor forma supieron salir del paso.

El primer golpe de frío llegaba al salir de los domicilios tras pasar la noche con una manta más sobre la cama. Pero, para muchos el combate con el frío comenzó mucho antes y duró toda la madrugada. Se trata de los sin techo, que viven las jornadas más complicadas de los últimos inviernos en los que el sueño se hace imposible por el tiritar de los huesos.

Aun así, hay personas que prefieren dormir en la calle que buscar algún tipo de refugio, ya que como confiesa el polaco Andrei Wichowski, «nos dejan más tranquilo y estamos mejor aunque parezca lo contrario».

Andrei llegó a Cádiz hace unos nueve días acompañado de Roman Dimitrov, búlgaro, y de Mario Giulano, italiano. No conoce muchas palabras del idioma, a pesar de que lleva varios años trabajando en el país, como peón agrícola en Tenerife y de chófer en una empresa de alquiler de autos en Mallorca. Llegó a Cádiz con la ilusión de encontrar trabajo, pero no ha tenido más remedio que convivir en la calle con sus compañeros.

«Para dormir nos vamos a la playa, y la única solución es pegarnos el uno al otro y aguantar como sea. Lo peor es la humedad y la última madrugada nos costó mucho coger el sueño», confiesa el propio Andrei arropado por un chaquetón roto, al igual que Mario. Por su parte, Roman se encuentra inmóvil en la calle Ancha a la espera de que alguien eche algo de suelto para moverse un poco. Con las mangas y los pantalones remangados, afirma que es mejor «no ponerse algo de abrigo cuando el sol está fuera porque después puede ser peor. Por eso trabajo así, ya después me cambiaré».

Antonio Muñoz conoce bien lo mal que se pasa durmiendo a la intemperie, aunque «esta última noche tocaba el saco y parecía que había llovido». Lleva dos años viviendo en la calle y duerme en el césped de Canalejas, su cama desde «que me separé de mi mujer; ahora voy en busca de pedacitos de luz para cobijarme y siempre hay por hay un amigo que me da algo para que tome por la tarde un café bien caliente».

Una solución a la que también recurre Pepe Hidalgo, que asegura que duerme «en las casapuertas y me faltaron abrigos para echarme encima. Con todo, no quiero un albergue porque me siento más libre en la calle a pesar del frío».

sierra@lavozdigital.es