Turistas en Belen. / AP
MUNDO

Israel desata la ira palestina con una ruta turística en Cisjordania

«Disculpen que les dijera por error que esto es Palestina: esto no es Palestina, porque Palestina no existe por el momento... si quieren, son los territorios ocupados». Elie Gertler, veterano guía oficial acreditado en Israel, se corrige a sí mismo sobre la marcha, mientras conduce en nombre del Ministerio de Turismo israelí el primer viaje organizado para presentar a la prensa internacional la nueva ruta estrella para peregrinos cristianos que el Gobierno judío estrenará a comienzos de 2009.

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Estamos cerca de Jericó, en un itinerario mágico entre Jerusalén y el mar Muerto, que, tras 40 años de restricciones, permitirá el acceso diario a Qasr el Yahud, el lugar del bautismo de Jesús en el Jordán, y en el que Israel ha invertido millones de euros. Amén de una costosa campaña promocional que descubrirá también el lugar donde se sitúa la célebre parábola del buen samaritano -admirablemente rescatado por los arqueólogos- y que, además, tratará de reactivar el inmenso atractivo del Qumran en el que, se cree, vivieron los esenios contemporáneos de Cristo y autores de los manuscritos del mar Muerto.

Israel ha depositado muchos esfuerzos en esta última iniciativa turística, con la que esperan llevar hasta esta esquina del mapa a 600.000 de los tres millones de peregrinos cristianos que, calculan, recibirán el próximo año. «Ayúdennos a explicar que Israel es un sitio seguro», anima a los periodistas un alto cargo de la Administración judía implicado en este proyecto. Una loable labor de recuperación histórica, de revalorización de la tradición cristiana, si no fuera porque toda la gira, cada reclamo religioso rehabilitado, se adentra en el suelo ocupado de la Cisjordania palestina.