El capitán madridista marca dos goles el día del debut del nuevo técnico blanco./ Efe
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Raúl luce en el estreno de Juande

El manchego deja a Casillas en el banquillo, utiliza un 4-4-2 y prueba con Metzelder de lateral derecho en el cómodo duelo ante un Zenit penoso

MADRID Actualizado: Guardar
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Juande Ramos ha tenido un estreno plácido ante un Zenit fantasmal que ha permitido el lucimiento merengue pero ha impedido extraer grandes conclusiones. Pero ganó bien el Madrid, Raúl y Robben firmaron dos golazos de vaselina y el público ha vuelto a sonreír en el Bernabéu y a soñar con la machada en el Camp Nou. Después de varias semanas de sufrimiento, Ramón Calderón y Mijatovic al fin vivieron una noche tranquila en un palco que tuvo como protagonistas a dos enamorados, Fernando Verdasco y la serbia Ana Ivanovic. La Juve no pudo con el Bate pero aun así el Madrid pasa como segundo.

Juande era el actor principal de una película sin chicha. ¿Qué cambiaría en su estreno respecto a Schuster?, se preguntaba la gente en los prolegómenos. En primer lugar, ordenó a los suplentes salir a calentar bajo la supervisión de su preparador físico, Marcos Álvarez. Jordi García, otro ‘profe’ del club, colocaba los conos, y el afamado Walter di Salvo se quedaba junto a la banda sin quehacer alguno. Una premonición de lo que le espera. Iniciado el partido, el técnico manchego se puso de pie en su zona, con los brazos cruzados, y no dudó en impartir órdenes. Schuster, en cambio, prefería refugiarse dentro del foso.

Para empezar, dio descanso a un dubitativo Casillas y cambió la disposición táctica. Del osado 4-3-3 del teutón pasó al 4-4-2 clásico. Gago y Guti jugaron más juntos, casi en paralelo, Robben se pegó a la banda derecha entrando desde bastante más atrás y Van der Vaart se tiró a la izquierda, sin ser su especialidad. Uno de los delanteros, Raúl e Higuaín, tenía la misión de situarse algo más atrás a fin de que todas las líneas estuvieran más juntas. No tuvo tiempo de trabajar las acciones a balón parado pero sí se vio que mantuvo las marcas al hombre en defensa con alguna variante. Frente al Sevilla, por ejemplo, Robben vigilaba a Renato. Esta vez, en cambio, el holandés, un mal cabeceador, se quedaba fuera del área por si había un rechace y podía iniciar un contragolpe. Detalles sintomáticos.

Siempre Raúl

Aunque se había sugerido la posibilidad de que alineara a casi todos los suplentes pensando en el Barça, Juande prefirió centrarse en el primer partido. Salvo el portero, puso lo mejor de que disponía. Nada mejor que ganar para comenzar bien y elevar la autoestima, pensó. El Madrid salió a jugar con compromiso. Una actitud irreprochable que, salvo excepciones, ya le caracteriza desde la segunda etapa con Capello. Le cambió la suerte en este partido. Con Schuster últimamente llegaba pero no definía, y esta vez su porcentaje de acierto era enorme. En defensa no le inquietaban pero aún así tuvo la suerte de cara porque el Zenit estrelló dos balones en la madera durante la segunda parte.

Un centro de Van der Vaart, una cantada del ingenuo Malafeev y la pierna del siempre oportuno Raúl permitió a los blancos irse al descanso ya con ventaja. En la reanudación, Juande probó una zaga extraña que si la coloca Schuster le linchan. Situó a Metzelder de lateral derecho –ya actuó en esa posición en el Borussia Dortmund-, a Míchel por la izquierda y a Marcelo por delante del gallego. Quizá se trataba de probar cómo funcionaría Salgado en una zona por la que el sábado podría marcar a Messi. Una osadía en todo caso. La prueba le salió bien pero porque el Zenit jamás inquietaba. El Madrid estaba tocado por una varita mágica. No necesitaba continuidad para merendarse a los rusos.

Con que Raúl y Robben entrasen en acción, le servía. El holandés recibió un gran envió del madrileño, se internó y, aprovechando el botecito del balón, se marcó una vaselina espléndida con la izquierda. Poco después cambió el orden de los factores pero no se alteró el producto. Robben vio a Raúl, el ‘7’ controló y, ante la pasividad de la zaga y porteros, la picó con la zurda. Un gol precioso, más propio de un entrenamiento, que llevó al capitán a echarse los pulgares atrás en un justo que genera controversia. A renglón seguido, Juande le retiró para que se llevase la ovación de la noche. ¿Cambia la tendencia?