Economia

Mata y engorda

Ya saben ustedes que la misión encomendada al Banco Central Europeo es el control de la inflación y no el incentivo de la actividad. Lo que pasa es que, en esta vida, ahorcan siempre a la fuerza. Ayer, el gobernador Trichet anunció la mayor bajada de los tipos de interés de la historia de la entidad, y no lo hizo sólo porque en estos momentos no hay en Europa un problema grave de precios. Más bien sucede lo contrario, que el descenso del IPC es tan pronunciado y súbito que asusta, al amagar con los horrores de la deflación. ¿Por qué ha dejado entonces los tipos en el 2,5%? Pues sencillamente porque sus previsiones de crecimiento son paupérrimas para este año -y ello gracias a la inercia que arrastramos del anterior- y negativas para el próximo. Por eso, aunque el BCE no se encarga de la actividad, no puede permanecer impávido ante su desplome.

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El descenso de los tipos es una magnífica noticia para la economía en general pues arrastrará en su caída al euríbor y con ella aliviará los bolsillos de todos los endeudados, que podrán así liberar energías para dedicarlas al ahorro o al consumo. Con lo cual llegamos a una curiosa y paradójica situación en la que estamos aplicando a nuestra enferma economía exactamente la misma medicina que causó su enfermedad. No cabe duda de que la crisis actual se ha gestado en un entorno 'macro' en donde la abundancia de liquidez y unos tipos de interés paupérrimos han llevado a las instituciones financieras a cometer locuras en busca de unas mejores rentabilidades. Bueno, pues eso, ahora necesitamos liquidez para que las empresas desarrollen sus tareas y nos vienen bien unos tipos bajos para reducir el agobio del endeudamiento. Curioso, ¿no?