Chávez sostiene a dos niños en brazos en un mitin. / REUTERS
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Chávez se examina en su peor hora

El régimen bolivariano ha utilizado hasta la coacción para ganar en los comicios regionales y municipales

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¿Nacerá hoy una Venezuela más «roja y rojita», como sostiene el presidente Hugo Chávez, o la oposición propinará otro batacazo como hizo al rechazar el referéndum del 2 de diciembre del año pasado e impedir la reelección indefinida del mandatario? La respuesta está en manos de 17 millones de electores que están convocados a votar en unas históricas elecciones regionales y municipales, supervisadas por 134 observadores internacionales.

Lo que está en juego es la supervivencia del socialismo chavista. Por eso, el oficialismo, tocado por la disidencia interna, no ha escatimado recursos para ganar. Los comicios serán un barómetro para medir la fuerza de sus adversarios políticos. «Nos estamos jugando el futuro de la revolución, el futuro del socialismo, el futuro de Venezuela, el futuro del gobierno revolucionario y también el futuro de Hugo Chávez», reconoció el mandatario en uno de sus últimos mítines.

Según varias encuestas, el chavismo revalidará la mayoría de los 603 cargos en disputa: 22 gobernadores, 328 alcaldes, 233 legisladores estatales, 8 diputados indígenas y 13 concejales del cabildo metropolitano. Sin embargo, sus antagonistas -disidentes y opositores- podrían arrebatarle un tercio de los estados y municipios. En estos comicios Chávez no es candidato pero ha liderado la 'marea roja' en la mayoría de las regiones apoyando al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), una agrupación de varias formaciones surgidas a finales del año pasado.

Desde que ganó sus primeras elecciones en diciembre de 1998, el líder bolivariano ha vencido en una decena de las convocadas después y en un referéndum, y superó el breve golpe de Estado que sufrió de 2002 y el paro opositor de 2003. En las tribunas, el mandatario se ha desgañitado pidiendo a sus fieles que voten temprano y luego salgan a las calles «con pasión patria» para que los «enemigos respeten los resultados». Desde el Gobierno se insiste en que la oposición «defiende un gran negocio». Para el canciller Nicolás Maduro el traspié del referéndum de la reforma de la Carta Magna está superado y «más del 70% del electorado» renovará su compromiso con Chávez».

Confianza de la oposición

Sin embargo, la situación no está tan clara. Y eso que la oposición no ha sabido aprovechar el tirón del triunfo en la consulta constitucional de 2007 y ha optado por candidatos más tradicionales. Además, ha dejado sin espacio a los estudiantes a pesar de que fueron el motor de las movilizaciones contra el Gobierno desde que en mayo del pasado año ordenó el cierre de una radio y tuvieron mucho que ver en el primer revés electoral de Chávez. Pero, aún así, según las encuestas, arrebataría al oficialismo entre cuatro y ocho estados de los 23 que conforman el país. Sería una paliza, considerando que en 2004 el chavismo ganó en 20 de las 22 gobernaciones. Sólo perdió en Zulia, bastión de la oposición, y Nueva Esparta.

Precisamente para estos comicios el oficialismo se ha batido a fondo en Zulia y Barinas, provincia de origen de los Chávez y gobernada por Hugo de los Reyes, padre del mandatario, desde hace casi diez años. Hasta el final ha intentado movilizar a los indecisos, que representan entre el 30% y el 40% del electorado.

El actual gobernador zuliano y aspirante a la alcaldía de Maracaibo es Manuel Rosales, el principal enemigo del presidente. Ese estado fronterizo es un importante «productor de petróleo y estratégico para el desarrollo del país», según Ender Arenas, profesor de la Universidad estatal. Durante la campaña, Rosales, candidato en las presidenciales de 2006, ha recibido durísimas andanadas para desprestigiarlo. El Gobierno le ha llamado «golpista», «corrupto y narcotraficante». Chávez dijo que «gane o pierda» en estas elecciones «Rosales va preso».