RESPALDO. Zapatero ha cambiado su agenda para viajar a China en busca de respaldo a su presencia en la cumbre de Washington. / EFE
ESPAÑA

Zapatero descarta recurrir a Bush para lograr una plaza en la cumbre financiera

El presidente viaja a Pekín para recabar el apoyo de los países emergentes mientras la diplomacia española sondea a funcionarios de la Casa Blanca y a los candidatos

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José Luis Rodríguez Zapatero ha llamado a todas las puertas para lograr un puesto en la cumbre de Washington, excepto a la de George W. Bush. La diplomacia española ha recabado el apoyo de los equipos de campaña de los candidatos republicano y demócrata a la presidencia de Estados Uidos y ha hecho gestiones «a todos los niveles» con la Casa Blanca, excepto en el Despacho Oval, según fuentes del Gobierno. No ha habido intento alguno de ponerse en contacto con quien será el anfitrión del encuentro que abordará la reforma del sistema financiero internacional que tendrá lugar en Washington el próximo 15 de noviembre, según estas fuentes, porque el mandatario estadounidense siempre ha castigado al presidente español con su indiferencia.

El Ejecutivo niega de forma oficial que la mala relación personal entre el presidente de EE UU y Rodríguez Zapatero tenga que ver con el hecho de que, de momento, España no haya sido invitada a la cumbre. Sostienen que se trata de puro convencionalismo: el G-20, la fórmula por la que finalmente se ha decantado la administración Bush, es un directorio ya constituido y más fácil de convocar que un listado de países de nueva elaboración, que es, por otro lado, lo que reclama el jefe del Ejecutivo español.

Fuentes del Ministerio de Exteriores admiten, no obstante, que «todo apunta» a que es el presidente estadounidense quien no está dispuesto a dar su brazo a torcer para permitir que el hombre que hizo de la retirada de tropas de Irak su primera acción de Gobierno se siente ahora a la mesa para la «refundación del capitalismo». Sobre todo, porque Rodríguez Zapatero cuenta con el apoyo explícito de mandatarios de peso como el primer ministro británico, Gordon Brown, y del presidente francés, Nicolas Sarkozy. Y, de momento, no ha servido de nada.

El presidente del Gobierno parece convencido, aún así, de que seguir recabando apoyos de líderes internacionales para que intercedan por él ante el presidente estadounidense es ya su única salida. Con ese objetivo partió ayer rumbo a China en un viaje relámpago. Lo decidió el martes, justo después comprobar que si no hubiera llamado personalmente al dirigente galo éste nunca habría defendido su presencia en Washington. Hasta entonces, era la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega quien iba a asistir a la cumbre Unión Europea-Asia que se celebra en Pekín este fin de semana, pero ahora el presidente necesita proyección.

Rodríguez Zapatero tiene ya concertada una reunión bilateral con el presidente chino, Hu Jin Tao, que sí forma parte del G-20. Según reconocen abiertamente fuentes de La Moncloa, buscará además la complicidad de otros jefes de Estado o de Gobierno que también acuden a esta cita como Japón, Corea del Sur, Pakistán o India. Y la semana que viene, cuando viaje a El Salvador para asistir a la Cumbre Iberoamericana, hará lo propio con México y Brasil. La lucha del jefe del Ejecutivo español por estar en la cumbre sobre el sistema financiero no sólo tiene que ver con la defensa de España. Rodríguez Zapatero busca oxígeno en el panorama internacional. En el Gobierno y en el PSOE tienen muy presente que es necesario apuntalar la imagen de hombre resolutivo que, aseguran, ha comenzado a fraguarse en las últimas semanas, ahora que se avecinan malos datos para la economía real. No es nada exótico: la crisis ha servido a Gordon Brown para emerger cual ave fénix de su vertiginosa decadencia y a Sarkozy para eclipsar sus problemas internos.

La guinda

El entorno del jefe del Ejecutivo español admite que el problema radica en que Rodríguez Zapatero no cuenta con terreno abonado. Nunca se ha sentido cómodo entre sus pares, en parte porque no habla idiomas y, en parte, porque «es de León» y hasta que llegó al Gobierno su actividad política se había circunscrito al ámbito nacional, según comenta con cierta sorna un veterano dirigente socialista.

Aún así, el presidente del Gobierno está decidido a pelear por ganar un espacio que, a juicio de sus estrategas, serviría para poner la guinda a lo consideran su mejor maniobra desde que ganó las elecciones: las gestiones para aprobar las ayudas a la banca, su éxito al lograr un reunión del Eurogrupo que dio el aval a las medidas y el respaldo, casi unánime, de todas las fuerzas parlamentarias. Con esta operación «ha pasado de ser visto como un líder de un partido para ser visto, por fin, como líder de un Gobierno», comenta un asesor gubernamental.

Los socialistas aseguran que Zapatero «jugó muy bien sus cartas», pero admiten que también se vio favorecido por una de las semanas más negras para Mariano Rajoy desde su reelección como presidente del PP el pasado julio: tensiones internas entre el PP de Castilla La-Mancha, Valencia y Murcia, una crisis con UPN y un escasísimo margen de maniobra para hacer oposición a unas medidas bendecidas por la Unión Europea, el mundo empresarial y las entidades financieras.