GRADUACIÓN. Los internos recibieron ayer los diplomas acreditativos en El Puerto contentos por esta oportunidad. / A. B.
Ciudadanos

Una segunda oportunidad

Diez reclusos de Puerto II han realizado un curso de camarero

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«Nunca es tarde si la dicha es buena», dice un proverbio que, para aquellas personas a las que la vida le ha dado una segunda oportunidad, supone una máxima. Así lo piensa Mercedes Zúñiga, una gaditana de 48 que acaba de finalizar el Curso de camarera en la Escuela Profesional de Hostelería de Jerez. De ella se desprende unas enormes ganas de trabajar, «no sólo por mi familia, sino también por mí», comenta. Pero aunque el primer impedimento que puede encontrar a la hora de buscar empleo es la edad, no es el único. Además de no saber escribir, es una reclusa del Centro Penitenciario Puerto II. Ella, al igual que sus nueve compañeros (que cariñosamente la llaman «abuela»), ha participado en un programa de ayuda a la reinserción laboral y social de presos que se encuentran en el último tramo de su condena.

De su experiencia en la cárcel se lleva el deseo de transmitir a sus hijos otros valores que no les lleven a cometer los mismos errores. «Yo era joven, y me gustaba eso de los porros, pero al final, tanto llevar el cántaro a la fuente, que se rompió», por lo que ha cumplido condena por un delito menor en tráfico de estupefacientes.

Del curso habla ilusionada, «ahora que sé todas estas cositas me gustaría encontrar un trabajo de esto; pero mientras no, ya tengo un contrato a media jornada que me está esperando». Y es que Zúñiga es una mujer trabajadora y luchadora, sobre todo «desde que en marzo de 2007; me dieron la condicional y no he parado de buscar trabajo, siempre he tenido contratitos que me han permitido permanecer fuera». Y es que el tener una actividad hace que se prolongue la condicional. «¿Hasta me apunté para dejar de ser analfabeta y ahora ya sé leer!», insiste.

«Uno de los que mejor ha aprovechado el curso es Pablo López que es la guinda del pastel», destaca Juan Carlos Hurtado, profesor de la Escuela, para el cual ha sido una experiencia «muy gratificante».

Pablo López era empresario antes de entrar en la cárcel, y tras recibir el curso, se ha animado a abrir un pequeño bar en Sanlúcar. Para él lo más importante es «trabajar mucho por mis hijos. Yo ya tuve un bar hace nueve años y ahora lo voy a retomar porque creo que ahora tengo más cualidades», y es que, según él, ha aprendido mucho durante los meses que ha durado la beca formativa.

El resto de los participantes manifestaron durante la entrega de diplomas lo «contentos» que estaban por la oportunidad que se les ha ofrecido. Por ello están deseosos de salir a la calle y ponerse a buscar cualquier trabajo que les permita no volver a estar presos. «Estos últimos meses se me están haciendo eternos», comentaba uno de los reclusos.

Sin embargo, también hubo preocupaciones. Temían no encontrar trabajo después del curso, lo que suspendería la condicional. Pero, Antonio Diego, director del Centro Penitenciario de Puerto II les animó haciendo hincapié en que «los programas formativos están siendo un éxito y ya se han reinsertado a 300 internos».