EL CONSUELO. Cindy McCain arropa a su marido. / REUTERS
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Obama pone a McCain contra las cuerdas

Las sucesivas caídas de Wall Street y la rémora de la política de Bush facilitan una nueva victoria demócrata en los debates presidenciales

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Nueva York. Asalto 2 de 3. No ha habido 'knock out', pero Obama tiene a McCain contra las cuerdas. El mérito no es tanto suyo sino de los más de 500 puntos que volvía a caer la bolsa cuando ambos candidatos llegaron el martes a Nashville para su segundo debate. La posición no podía ser más incómoda para el septuagenario senador republicano, que no logra desvincularse de George W. Bush, el presidente más impopular de los tiempos recientes. La estrategia de Obama ya no es asociarle con la actual administración para que lo arrastre en su caída, sino que se la ha enroscado al cuello y lo está estrangulando con ella, como apuntaba ayer el analista Frank Bruni en 'The New York Times'.

Y a medida que cae la Bolsa, y con ella los fondos de pensiones de los estadounidenses, que han perdido ya dos billones de dólares -1,4 billones de euros-, los estados clave de la carrera a la Casa Blanca van cayendo poco a poco en la columna de Obama.

El demócrata salió al ataque, ávido por asestar un golpe de gracia que no llegó, mientras que el republicano tuvo que contener su mal humor para no proporcionarle la victoria que buscaba. Aún así McCain no logró enmascarar su desdén por «ése» al que señaló irritado con el dedo. Sería la frase más repetida de todo el debate y una de las que pasará a la historia, junto al gesto de impaciencia que mostró en 1992 George Bush padre mirándose el reloj mientras se enfrentaba a Bill Clinton en un escenario similar.

McCain buscaba poner en evidencia que su rival había apoyado una ley energética patrocinada por Bush y Cheney que incluía «un montón de regalos» para las petroleras. «¿Y sabéis quién votó por ella? Nunca lo adivinaríais», dijo antes de extender el brazo para apuntar a su rival. «¿Ése! ¿Y sabéis quién votó en contra? ¿Yo!».

Ayer el segundo de Obama explotaba esa imagen de anciano irritable y mal perdedor que había transmitido con ésa y otras frases de menosprecio hacia su rival demócrata de 47 años, «el líder fuerte y optimista que buscan los estadounidenses en estas elecciones, no un hombre enfadado que va dando bandazos de una posición a otra», atacó Joe Biden, en su reaparición tras la muerte de su suegra.

El senador de color también estaba de buen humor en su mítin de ayer en Indiana, donde mostró el fuego de sus mejores días de campaña. La encuesta de CNN le daba veintiún puntos de ventaja en el debate. La de CBS, catorce. Y sus seguidores, que en el anterior debate quedaran decepcionados por no haber acorralado a McCain en el tema de Irak, clave para su despegue entre la izquierda, habían tenido al fin la frase más clara y contundente que podían esperar.

«Cosas que no entiendo»

«Sí, el senador McCain, tiene razón, hay ciertas cosas que no entiendo», respondió con calma a ese ataque en el que se le acusaba de no entender los retos de seguridad nacional. «No entiendo cómo acabamos invadiendo un país que no tenía nada que ver con el 11-S, mientras Osama bin Laden y Al-Qaida se quedaban sentados en sus campamentos entrenando a terroristas para que nos atacaran. Ése fue el juicio que mostró el senador McCain, y era equivocado».

De todas las variables que tenían las encuestas posdebate, una era la más reveladora del éxito de Obama: los independientes han optado por apuntarse al fenómeno del cambio que pregona. Su estrategia ahora es seguir asociando al senador de Arizona con su compañero de partido en el poder, no meter la pata en los veintiséis días de campaña que quedan y esperar que los estadounidenses no se olviden de aquí a entonces de la debacle financiera.

«Yo puedo encajar más ataques de John McCain», les advirtió ayer Obama, «pero el pueblo estadounidense no puede soportar otros cuatro años de las mismas políticas fallidas de Bush-McCain. «Es hora de pasar la página de esos ocho años de políticas que han puesto a Wall Street por delante de Main Street (el pueblo), y que han terminado dañando a los dos».