ANÁLISIS

Riqueza salada ALEJANDRO PÉREZ GRUPO CONSERVACIÓN HUMEDALES DE LA UCA

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a falta de un mercado para la sal y la poca competitividad de las salinas artesanales y familiares frente a las industriales, llevó a la Bahía a pasar de casi 150 salinas a poco más de cuatro o cinco esteros. Sin embargo, no sólo se perdió una actividad. Un potencial que no es sólo el grano de sal, sino todo lo que va alrededor. Cabe preguntarse ¿qué se puede hacer en el siglo XXI con las salinas artesanales? La sal artesanal tiene un valor incalculable: no sólo permite recuperar la biodiversidad y la cultura artesanal de la zona, sino que puede generar actividades económicas actuales complementarias como el ecoturismo, la educación ambiental. También es una oportunidad para explotar un producto distinto a la sal al por mayor: la sal recogida a mano es una sal ecológica, con un valor en el mercado superior, como la flor de la sal. Pero hay más: las aguas rojas de las salinas crían una microalga que se llama Dullaniel Salina, que puede ser un yacimiento económico por explorar, muy valorada en la cosmética; o se puede explorar la energía mareomotriz para generar electricidad, o combinar la salina con huertos solares.