OBJETIVO. Meryl Streep derrochó simpatía y mostró su gran sentido del humor ayer durante el encuentro con los medios antes de recibir el Premio Donostia. / REUTERS
Cultura

Meryl Streep despliega sus armas de seducción en San Sebastián

La actriz recibió anoche el Premio Donostia de la mano de Eduardo Noriega y Jonathan Demme

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Meryl Streep enamora a todos y lo hace por su sentido del humor, sensibilidad, dulzura, elegancia, don de gentes y risa contagiosa.

Admirada y valorada, la que es la mejor y más completa actriz del cine actual protagonizó este viernes uno de los encuentros con la prensa más multitudinarios y relajados de la historia del Festival de San Sebastián. El certamen, tras varios intentos, pudo entregar in situ el Premio Donostia a esta dama de Nueva Jersey de belleza serena y a la que no se le resiste ningún género porque lo mismo hace llorar que reír. Cálida y cercana con todos los que se le acercaban, la Streep no paró de saludar, firmar autógrafos y posar.

Ha puesto el techo muy alto a los futuros Premios Donostia, galardón que recibió de manos de Jonathan Demme, con quien hizo El mensajero del miedo, y Eduardo Noriega.

Cultura y política

Con el pelo recogido en un sencillo moño y gafas, la intérprete más nominada a los Oscar agradeció la hospitalidad «y también la comida» de la ciudad, en la que piensa buscar piso «si Obama no gana las elecciones». Y es que, con toda espontaneidad soltó un grito de alegría cuando le comentaron cómo se sentiría si el próximo noviembre su país estuviera en manos de un demócrata.

Ahora y siempre, Streep está de premio. Nada que ver con las divas de la meca, la más grande se ha puesto a las órdenes de prestigiosos realizadores. «Cada director es distinto, unos te dejan muy claro lo que quieres que hagas y otros te dan libertad. Yo prefiero los segundos, los que te dejan dar rienda suelta a la imaginación y jugar. Nunca he producido mis trabajos, dependo de los guiones que me ofrecen y, afortunadamente, tengo un agente excelente. Sigo siendo la chica que espera que le pidan un baile», aseguró.

Tiene una profesión insegura, pero nunca le ha faltado trabajo y, además, todos sus compañeros hablan bien de ella. «En mi currículo hay varios huecos post parto -tiene cuatro hijos-. Y sí, dicen cosas buenas de mí porque les pago una pasta. Llevo mucho tiempo actuando, conozco a casi todos, y la mayoría de mis compañeros han mejorado con el tiempo. Los años te dejan sin belleza -no es su caso-, pero te dan experiencia y una mayor comprensión para disfrutar de lo que tienes. Hay muchas historias interesantes que contar de personas de todas las edades», apostilla la protagonista de Mamma mía!.

Traductores

En junio cumplirá 60 años y su cotización va en alza. Recordó la actriz que cuando empezó «quería lucirme más que comunicar. Los actores somos traductores, contamos al público la vida, ideas y experiencias de personas que vivieron hace cientos de años. Yo creo que eso es valioso y, además, en mi caso hago realidad mi sueño de juventud de ser traductora de las Naciones Unidas, esa Torre de Babel que me fascinó cuando fui con mi madre y veía como había personas capaces de establecer un vínculo, una comunicación, entre gente que no se entendía», relató.

La que Bette Davis designó como su sucesora en una carta «que llevo veinte años intentado encontrar» dijo que había hecho películas para todos los públicos y se había metido en mujeres «muy variadas e interesantes. Nunca he hecho nada por avanzar en mi carrera. No he planificado lo que tenía que hacer, sólo he dicho que sí a lo que pensaba tenía un valor», indicó. Compañera de pantalla de Robert de Niro, de quien hizo una divertidísima imitación, Jeremy Irons, Clint Eastwood, Dustin Hoffman y Robert Redford, no tiene intención de jubilarse. Y eso que a los 40 año le dijo a su marido, el escultor Donald Gummer, donde quería comprar una casa para su retiro. «Soy muy afortunada porque me siguen dando papeles. Yo creo que es porque cada vez hay más mujeres en la industria que apuestan por proyectos que, de no ser por ellas, no verían la luz. No he perdido las ganas de ponerme delante de la cámara. A veces he hecho personajes menos interesantes, pero pienso que la balanza está equilibrada», explicó la ganadora de dos Oscar por Kramer contra Kramer y La decisión de Sophie.

Descendencia

Icono para las más jóvenes y con una hija que sigue sus pasos, la actriz comentó que su trabajo consiste en hacer creíble el personaje y que en todos los roles «hay algo de mí, aunque también dejo cosas en la reserva». Cuando su hija menor se independice, quiere ponerse detrás de la cámara. «Bueno, la mayoría de los directores con los que he trabajado dirían que ya he dirigido. Es que me gusta participar, formar parte de todo», confesó esta mujer implicada en numerosas causas humanitarias y artísticas.