PINTAS. Tequila, recién llegados a España en los años 70. / L. V
Cultura

Y con ellos llegó... el pantalón pitillo

Cuando en España aún retumbaban los ecos de guateque de Karina, Los Brincos y compañía, y mientras que Los Pecos, Iván o Pedro Marín las conquistaban a todas con canciones no aptas para diabéticos, llegaron ellos para liarla. Querían que todos se dejaran de complejos y ataduras y saltaran como locos al son de rock&roll en la plaza del pueblo. Así, sin medias tintas. Su objetivo no era otro que dinamitar las verbenas.

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Estos intrépidos, que fueron capaces de eclipsar al pasodoble y a la rumba, se llamaban Ariel Rot y Alejo Stivel, sal y limón de Tequila, el grupo que según el prestigioso crítico e historiador musical Diego A. Manrique «desvirgó a España en cuestión de rock». Llegaban de una Argentina plagada de una nueva música que intentaba sobrevivir a la dictadura. Y aquí, desde su estudio de Arturo Soria, dieron con una fórmula que les convirtió en la década de los 80 en una de las primeras bandas del género que desató la histeria colectiva de los adolescentes (ellas y también ellos). A su talento y atrevimiento se sumó la circunstancia de que el país vivía un momento propicio para el despegue. En un ambiente de cambios -políticos, sociales y económicos- lo distinto era ya una seña de identidad. A pesar de que sus primeros vinilos fueron directos a lo más alto de las listas de venta (Matricula de honor, Rock&roll, Viva Tequila), la movida siempre pareció darles de lado. Pero, aún así, siguieron siendo iconos. Hasta que decidieron de la noche a la mañana, dejarlo. Se dijo de todo: que no paraban de discutir, que la droga había hecho mella en la banda... pero tras 25 años y tras dos trágicas pérdidas, ya están de nuevo aquí. Ahora queda ver si siguen siendo los mismos que cabían en aquellos pantalones pitillo.

malmagro@lavozdigital.es