La artista estadounidense, de 50 años, aunque no los aparenta, ha mantenido vínculos con España y no ha ocultado nunca su admiración hacia españoles. /EFE
mañana estará en valencia

Sevilla, a los pies de Madonna

La cantante estadounidense agradece la entrega de su público y no duda en marcarse algún baile flamenco y en decir "te amo" en español

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Hay quien habla de la boda del año o del partido del siglo, pero lo que ofreció ayer Madonna en el Estadio Olímpico de la Cartuja fue sin duda el concierto del milenio. La cantante norteamericana acaba de cumplir hace apenas unos días los cincuenta años, sin embargo, lo que ayer se vio en Sevilla fue uno de los espectáculos de imagen y sonido más intensos que se pueden disfrutar hoy en día en el mundo del pop.

En Sevilla Madonna presentó las canciones de su más reciente disco, «Hard Candy», uno de sus peores trabajos hasta la fecha. A pesar de ello esto no le importó a los miles de fans que ayer se congregaron en La Cartuja. Y es que, aunque musicalmente hablando la «ambición rubia» ha perdido algunos escalafones con respecto a otros discos más notables del pasado como «Like a Prayer» o «Ray of Light», esas carencias han sido suplidas por un macroespectáculo con miles de proyecciones y vatios, numerosas coreografías y, sobre todo, por el buen oficio de la cantante que ya acumula muchas tablas sobre el escenario.

La gira «Sticky and Sweet» no es más que otra inteligente vuelta de tuerca a lo ya logrado por la artista en otros espectáculos recientes como el «Confessions Tour». El ingrediente especial de ayer fue la patente demostración de que Sevilla está a la altura de las circunstancias en la organización de grandes eventos culturales, por eso el público hispalense disfrutó ayer más que nunca con el pensamiento de que la ciudad podría ser sede de futuros grandes conciertos de pop.

Sobre el escenario Madonna no defraudó a sus muchos seguidores porque supo cambiar de repertorio en su justa medida. Así, estructuró el concierto en cuatro partes de unos treinta minutos cada una en las que fue desplegando ocho modelos distintos de vestuario diseñados por grandes de la moda como Givenchy, Jeremy Scott o Stella McCartney.

El art deco y la moda de los años veinte tuvieron su protagonismo al principio del concierto. Tanto es así que sobre el escenario salió un coche de aquella década mientras sonaban los acordes de «Beat Goes On». Madonna hizo un guiño al público hispalense y lo saludó con la frase spanglish: «Hola Seville». Posteriormente sonó «Human Nature», con unas espectaculares proyecciones protagonizadas por su amiga, la también cantante Britney Spears. Otro de los momentos memorables de este bloque fue la mezcla del inicio de «4 Minutes» con el clásico «Vogue».

Tras un remix del tema «Die Another Day», de la película homónima del agente 007, Madonna hizo un viaje por el túnel del tiempo hasta llegar a los años ochenta, luciendo un vestido más juvenil diseñado por Jeremy Scott. Fue ésta la fase más nostálgica de la noche gracias a la recuperación de clásicos como «Into the Groove», de la banda sonora de la película «Buscando a Susan desesperadamente», que ella protagonizó junto a Rosanna Arquette. De ese lado más pop la cantante osciló hacia un toque más rockero con la canción «Borderline», adornada con un sonido más «sucio», potenciada por la propia cantante tocando una guitarra eléctrica.

Uno de los momentos más originales del concierto fue cuando la Ciccone se rió de su propia figura camaleónica con la canción «She's not Me» («No soy yo». En este tema las pantallas proyectaron cientos de imágenes de toda la carrera musical de Madonna, y la cantante llegó a hacer una coreografía con unas bailarinas que se habían disfrazado de ella como si fueran sus distintos alter ego en diversas etapas de su vida.

Sin solución de continuidad —el ritmo del show fue vertiginoso—, Madonna se internó en una parte más étnica titulada «Gipsy». Allí hizo un homenaje al folk y a los gitanos rumanos, interpretando temas tan melancólicos como «Devil Wouldn't Recognize Me», y canciones tan «latinas» como «Spanish Lesson» o la clásica «La isla bonita», de la que se hizo una versión a lo «zíngaro». Su compromiso político se expresó con el tema «Miles Away», una de las canciones mejores de su último disco, que acompañó con proyecciones de grandes líderes de la humanidad (Ghandi, Martin Luther King, Bono...), posicionándose claramente hacia el bando demócrata para las próximas elecciones. Poco después sonó la gran balada de la noche, «You Must Love Me», clásico de Tim Rice y Andrew Lloyd Weber que se incluyó en la película «Evita».

El tiempo —tan presente toda la noche con el «tic-tac» tarareado por la artista—, devoró literalmente la noche y en un último esfuerzo Madonna regaló a Sevilla canciones tan bailables como «Like a Prayer», «Ray of Light», «Hung Up» o «Give it 2 Me», con la que despidió su concierto. Fue la culminación de una noche mágica e inolvidable para Sevilla.

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