SATISFACCIÓN. Decenas de simpatizantes del PPP reciben a Zardari a su llegada a una cena de celebración en Islamabad. / AP
ASIF ALI ZARDARI NUEVO PRESIDENTE DE PAKISTÁN

El viudo de Bhutto dirigirá Pakistán El líder inesperado

La insurgencia recibe la abrumadora elección de Zardari como nuevo presidente con un brutal atentado suicida con más de veinte muertos

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El viudo de Benazir Bhutto y actual líder del Partido Popular de Pakistán (PPP), Asif Ali Zardari, cumplió con el guión previsto para la jornada electoral y obtuvo el respaldo necesario de las cámaras para convertirse en el nuevo presidente de Pakistán. El candidato de la principal fuerza del país obtuvo 481 de los 702 votos emitidos y recogió el testigo dejado por el ex general Pervez Musharraf tras su dimisión el pasado 18 de agosto.

La votación celebrada en el Parlamento, Senado y las cuatro asambleas provinciales, con escaso eco en las calles de las principales ciudades del país, se vio eclipsada por un nuevo atentado. Un conductor suicida se lanzó contra una comisaría de policía en la ciudad de Peshawar, al norte del país, acabó con la vida de al menos 16 personas e hirió a otras 40. Otro capítulo de violencia que pone encima de la mesa uno de los principales problemas a los que se va a enfrentar el nuevo mandatario, la creciente actividad de los grupos insurgentes que tienen su base en la conflictiva frontera con Afganistán.

Zardari ganó con la misma facilidad con la que lo hizo Musharraf el pasado octubre. La mayoría de representantes de su formación, unida a los apoyos logrados en otros grupos con peso en las cámaras nacionales y provinciales, le permitieron superar la mayoría simple necesaria para su elección. Los candidatos de la Liga Musulmana Qaid-e-Azam (PML-Q), Mushahid Hussain, y de la Liga Musulmana de Nawaz Sharif (PML-N), Saeed Zaman Siddiqui, apenas inquietaron al viudo de Bhutto, que tan sólo fue superado en la Asamblea Provincial de Punjab, donde los hombres de Sharif tienen su auténtico feudo.

El nuevo jefe del Estado, además, llega con los mismos poderes que tenía Musharraf y que le convierten de momento en el auténtico hombre fuerte del país. Esta posición de privilegio le permite disolver las cámaras o nombrar al jefe del Ejército y al primer ministro. Estos son algunos de los puntos principales que Gobierno y oposición debatirán a lo largo de la legislatura y que pueden terminar por modificar los poderes del presidente -unos poderes añadidos durante la etapa de Musharraf- hasta convertirlo en una figura meramente representativa. La restitución de los jueces apartados por Musharraf de sus cargos en noviembre, también ocupará una parte importante de las discusiones internas.

«Se trata de la culminación de lo vivido en las elecciones generales. Pakistán ha echado de una vez a Musharraf y es el turno de los partidos políticos. Lo valoro como un paso adelante en el complicado camino que tiene este país hacia la democracia, aunque lo que puede aportar Zardari a nivel personal es por ahora un misterio», asegura Ana Ballesteros, investigadora del Observatorio Electoral del Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos. Ballesteros, junto al resto de analistas internacionales, coinciden en los dos grandes retos a los que se enfrenta el viudo de Bhutto de forma inminente: la grave crisis económica y la creciente actividad de los grupos insurgentes.

El nuevo mandatario siempre ha manifestado su intención de mantener al país como aliado de EE UU en su «guerra contra el terror», pero además de la vía militar es un claro defensor del diálogo con los líderes tribales para intentar acabar con las células de Al-Qaida. La relación entre Islamabad y Washington supone un auténtico caballo de batalla en un país donde la política de la Casa Blanca goza de nula aceptación popular. El respaldo financiero norteamericano, sin embargo, es básico para la economía del país y para la modernización de sus fuerzas armadas, pero Musharraf terminó pagando con su cargo el apoyo incondicional a EE UU y Zardari no parece dispuesto a perder de vista la importancia de mostrar a los suyos que gobierna sin aceptar injerencias externas.

Mayoría suficiente

El PPP tiene la mayoría suficiente para llevar a cabo sus planes, sólo falta que Zardari no caiga en los errores del pasado y no acabe cayendo en manos de los militares, como ha ocurrido a lo largo de la historia de Pakistán. Empieza una nueva esperanza para la nación y un nuevo desafío para la comunidad internacional. Once años y medio en prisión por el cobro de comisiones ilícitas durante sus años como miembro del Gobierno dirigido por su difunta esposa no han sido suficientes para evitar la llegada al sillón presidencial de Asif Ali Zardari (Nawabshah, 1955). El sucesor de Pervez Musharraf es el nuevo hombre fuerte de un país en el que el presidente sigue teniendo plenos poderes para disolver las cámaras o elegir al primer ministro. Los nueve meses transcurridos desde el asesinato de Benazir han hecho que Mister 10% -apodo que se ganó por las comisiones cobradas durante su etapa como político- haya pasado de ser un marido a la sombra de una figura muy respetada, a asumir el papel de líder del partido más votado en primera persona.

Recoge el legado de los Bhutto y gracias a este apellido tendrá la oportunidad de dirigir el país. Desde que el pasado 30 de diciembre asumiera de forma transitoria la dirección del Partido Popular de Pakistán (PPP) hasta que su hijo, Bilawal, alcance la madurez política suficiente como para regresar y tomar las riendas de la formación más votada del país, Zardari ha ido librando todos los obstáculos que se han interpuesto en su camino hacia el sillón presidencial.

Ex ministro de Medio Ambiente (1993-1996), Finanzas (1995-1996) y senador (1997-1999), los expertos aseguran que ha jugado sus cartas con más discreción que su hasta ahora socio de gobierno Nawaz Sharif, que finalmente ha optado por romper el pacto con el PPP y volver a la oposición.

Compañeros de prisión

El sucio y desgastado salwar kamize (traje tradicional paquistaní) con el que salió de prisión en 2004 denunciando el haber sido objeto de torturas tiene poco que ver con la ropa inmaculada que luce hoy. Los altos cargos del partido que veían en él una amenaza para la imagen y estabilidad del PPP y que siempre le mantenían en un segundo lugar para no verse salpicados por su fama de corrupto, asisten atónitos al encumbramiento de un Zardari que no ha dudado a la hora de rodearse de varios compañeros de prisión en los que confía plenamente para llevar adelante este gran reto, entre ellos su primer ministro, Yousaf Raza Gilani.

La victoria de Zardari consolida el triunfo en las urnas obtenida por el PPP en los comicios del 18 de febrero y afianza a sus hombres al frente de las instituciones. Aquel jugador de polo, hijo de un rico constructor, que enamoró a Benazir en los ochenta, se casó con la hija de Zulfiqar Ali Bhutto en 1987. Desde entonces se acostumbró a vivir a la sombra de su esposa y su asesinato le acarreó la responsabilidad de llenar el hueco hasta que se completara la transición de poder a un nuevo Bhutto. Este periodo de interinidad le ha deparado además el reto de ponerse al frente de un país cansado de nueve años de dictadura militar.