RECUERDO. Los barbateños hicieron un homenaje floral a los marineros muertos y desaparecidos. / MIGUEL GÓMEZ
Ciudadanos

«Hay voluntades de Dios que no se comprende»

El pueblo de Barbate recordó, un año después, la tragedia del 'Nuevo Pepita Aurora', donde cinco marineros fallecieron y tres desaparecieron para siempre

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A las ocho de la tarde comenzó la misa en recuerdo de los marineros fallecidos en la tragedia del Nuevo Pepita Aurora. En la liturgia, celebrada en la iglesia de San Paulino por los diferentes titulares que han pasado por la parroquia, se dejó un mensaje muy claro: «Hay voluntades de Dios que no se comprenden». Los presentes no pudieron contener ni las lágrimas ni las lamentaciones; y es que todo un pueblo volvió a llorar un año después a los marineros muertos y desaparecidos en la mar.

Los familiares y supervivientes ocupaban las primeras filas, sin dejar de mirar al suelo y sin soltar el pañuelo de las manos. Los nervios que en estos días afligen a los vecinos de Barbate estallaron en cada palabra que se escuchó en San Paulino. Con temblores de manos, se mecían en sus asientos, ante la impotencia de no poder recuperar a estos marineros. La presencia de Antonio Miguel Gil, Francisco Clac, Manuel Alba, Manuel Corrales, Manuel Reyes, Manuel Fernández, Manuel Biela y Andrés Lucio se dejó sentir desde que comenzó la misa hasta que terminó el segundo de los actos, en la ofrenda floral en el monumento en recuerdo a los marineros de la localidad, que rezaba: «En memoria de todos los marineros barbateños cuyas vidas quedaron ancladas para siempre en el fondo del mar». El alcalde de la localidad, Rafael Quirós, como un vecino más, dejó una corona de flores en el monumento.

El recogimiento del pueblo sobrecogió a los familiares. Tomás Pacheco, uno de los supervivientes de la tragedia, confesaba que la situación le ponía la «carne de gallina cuando veo cómo todo el pueblo se echa a la calle por esta causa». En la salida de la misa, la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, se acercó a las viudas, a las que consoló antes de partir hasta el acto de la ofrenda floral en el monumento de los marineros.

Hace un año se tragó al Nuevo Pepita Aurora. Tras este tiempo, los supervivientes ni se plantean volver a salir a faenar. El único que se ha atrevido a hacerlo ha sido Pedro Fernando Romera, ante la necesidad de conseguir cotizar durante unos meses y así poder prejubilarse. El resto todavía esperan poder colocarse en alguno de los trabajos que les fueron prometidos por las diferentes administraciones. Confirma José Crespo: «Es algo que nos han comentado que está a punto de ocurrir; yo incluso me he sacado el carné de conducir, ya que me dijeron que iban a colocar en un polígono industrial».

Al llegar al monumento de los marineros, decenas de marineros se congregaron para rezar un Padrenuestro. A continuación, recibieron con un cálido aplauso a las viudas de los fallecidos, que vivieron un trance muy duro, con momentos muy emotivos que quedarán grabados en su memoria. Confesaron que no podían borrar con la rutina la imagen de sus maridos entrando por la puerta de su casa.

Yolanda Melero, la viuda de Manuel Biela Sánchez, decía: «Cada día se hace cuesta arriba, es muy difícil superarlo. Son momentos muy complicados». Así lo confirmaba, entre lágrimas, Pepa, una de las viudas, que afirma que desde que se hundió el pesquero se le hace muy duro tener que seguir con su vida.

Para Bienvenido Notario, otro superviviente, se trata de una tragedia que «nunca se olvida, y no importa las veces que vayas al psicólogo». Es algo que también defiende Tomás Pacheco, que además alude a que «desde pequeño he convivido con los compañeros, se echan raíces que no se pueden arrancar». Las secuelas de la tragedia siguen presentes en el pueblo, y cuando sopla el Levante por las noches todavía hay vecinos que se desvelan.