Pau Gasol y Kobe Bryant se han vuelto a ver las caras en la cancha tras la final de la NBA hace semanas. /EFE
partido histórico en pekín

EEUU muestra sus credenciales a España

La selección de la NBA gana con contundencia (37 puntos) a los vigentes campeones del mundo, que guardan fuerzas y estrategias de cara a una posible final olímpica

MADRID Actualizado: Guardar
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No por más esperado ha dejado de ser sorprendente. La selección de los Estados Unidos ha enviado en Pekín un recado de autoridad inconfundible a España, actual campeona del mundo, para ahorrarse trabajo el día de una hipotética final por el oro, único escenario en el que ambas formaciones podrían volver a encontrarse.

Los españoles y los profesionales a quienes el orgullo de la canasta estadounidense han encargado la misión de recuperar los galones olímpicos se han mirado con recelo desde que los bombos les emparejaron en el mismo grupo. Se respetan, se tiran flores y comparten la experiencia de los Juegos en las tertulias fuera de pista como compañeros de equipo que comparten camiseta al otro lado del Atlántico.

Kobe Bryant y Pau Gasol han vuelto a verse sobre el parqué semanas después de rumiar la derrota en la final de la NBA ante los Boston Celtics. José Manuel Calderón y Chris Bosh se han saludado en campos contrarios al cabo de la temporada con los Raptors de Toronto. También Jorge Garbajosa ha entrado al envite después de cerrar el paso por la franquicia canadiense. Y así, en general, se conocen y están al día de lo que hay. Y lo que hay es que, al margen de este partido, todos ellos creen que habrá un segundo asalto.

Un 'do de pecho' necesario

La tarjeta de presentación de España en la NBA no puede ser mejor. El aspecto del equipo americano tampoco. Estos hombres han salido concentrados a la cancha todas las noches. El grupo de Mike Krzyzewsky, 'Coach K', se ha subido las mangas y se aplica al trabajo sin concesiones. Ante España, si cabe, con mayor razón porque la aureola de campeones del mundo y esa relación tan estrecha ha espoleado a los norteamericanos con intensidad.

Los jugadores del 'Tío Sam' no pueden ocultar que juegan ávidos de reafirmarse ante el mundo entero. España constituye la mejor pasarela posible para avanzar en la rehabilitación de la imagen perdida, así que ni el 'Coach K' ni sus hombres han ocultado nada. Tampoco lo habían escondido en los choques precedentes. Desde el punto de vista norteamericano, por tanto, lo adecuado pasaba por seguir el mismo ritmo machacante y dar un aviso a la selección que mayores posibilidades alberga de plantearles un desafío por la cima del podio.

La aproximación de la selección española al tanteo contra los americanos pasaba por distintas claves. España ha superado a los representantes de 'USA Basketball' por duplicado en el campeonato del mundo (Indianápolis 2002 y Colombia'82). Nunca en el cuadrilátero olímpico. Es decir, que se puede aspirar a derrotarlos una vez dentro del torneo. Pensar en hacerlo dos se antoja excesivo.

Una derrota insignificante

El objetivo de los campeones del mundo, cosas de la vida, persigue, precisamente, dar forma a un triunfo ante los americanos con el adorno de los cinco aros. Como todo, no de cualquier manera, sino en el sitio y el momento oportunos. Todo un desafío para el que deben ahorrarse fuerzas porque, frente a esta selección norteamericana, toda ayuda será poca si se reproduce el choque.

España habría cometido un grave error si hubiese expuesto el arsenal táctico o hubiese cambiado planes que persiguen un objetivo concreto con un plan trazado de antemano. Ejemplo: Carlos Jiménez, que el día del encuentro contra China se golpeó en la cabeza y en la espalda con mucha dureza y que es un pilar básico en las actividades de pico y pala, no jugó ni un segundo.

Para los americanos, que no han disminuido el ritmo ninguna noche tuvieran el rival que tuvieran enfrente, todo eso suena a pamplinas. Disponen del arsenal necesario para no preocuparse más que de ellos mismos y buscar la demolición sistemática de todo lo que encuentran a su paso. Los estadounidense accionan los resortes del baloncesto a una marcha de vértigo. El físico se lo permite. Sólo hay una forma de tumbarlos que reclama, inexorablemente, reducir las revoluciones del motor que les impulsa.

Al margen de que los campeones del mundo han perdido muchos balones (veintiocho), y eso resulta mortal contra estos bólidos, la principal premisa para ganarlos es impedir que corran y que impongan su poderoso físico. Si España dispone del antídoto, lo ha escondido muy prudentemente. Si no lo tiene, el oro es inaccesible.