UNA MÁQUINA. Rafa Nadal pasó por encima de Hewitt en el encuentro de segunda ronda. / EFE
TENIS

Nadal se adapta a Pekín

«He jugado bien, pero el favorito es Federer», asegura el español después de ametrallar a Hewitt

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

¿Cómo será un partido ante Nadal? El de ayer, por ejemplo. ¿Qué pensaba en el túnel de acceso a la pista central el australiano Leyton Hewitt? Un cristiano antes de salir al foso de los leones. «¿Ese número uno!», se escuchó en la grada. El próximo lunes, Nadal lo será. Sucederá a Federer. Ayer tocaba la segunda ronda del torneo olímpico. A Nadal se le atragantaba Hewitt en pista rápida. El tenista australiano es un hueso. Un 'peleas' engorrado que sudaba en el túnel. El bochorno insoportable de Pekín. ¿O sería la presencia de Nadal? El mallorquín salió a la cancha, saludó, dejó la bolsa y pegó un respingo. Dos acelerones, un par de quiebros. Como el toro al irrumpir en la plaza. El público se fijaba en sus brazos, al aire, broncíneos. Tremendos. Hewitt le miraba las piernas. Con ésas llega a todo. Hora y media después, tras un 6-2 y un 6-1, Hewitt se quitó la gorra e inició el camino de vuelta a casa. Pero todo había acabado antes.

Se terminó en el quinto juego del segundo set. Cuando esa manga iba empatada a dos, cuando parecía que el australiano, quizá, podría responder. Cuando el marcador señalaba 0-40 a su favor y ya acariciaba la posibilidad de romper el servicio de Nadal. «¿Podré con él?». El 15-40 empezó a responder. Nadal es más alto. Siguió el 30-40. Nadal es más rápido. Continuó el 40-40. Nadal es más fuerte. Y, sobre todo, es mejor. El mejor del mundo. Hewitt lo comprobó en los dos tantos siguientes. Tres juegos a dos para el español y servicio a favor. De ahí al final, hizo lo que pudo, recogió sus raquetas y se largó de Pekín. Por el túnel. En el fondo, ya sabía que todo iba a acabar así cuando había pasado por allí antes.

Nadal, en cambio, terminó el partido como enfadado. Arrojó la raqueta contra la silla. «No es enfado. Lo hago siempre. Es para no ir hasta la silla. Hoy he jugado un buen partido», resumió 'feliz'. El público le miraba atónito. «¿Qué le pasa a éste? Ya ha ganado. ¿Qué más quiere? ¿Pegarle al australiano?», debió de pensar la gente. Pero el gesto de Nadal nada tenía que ver con eso. Sino con su carácter perfeccionista. Ni con un resultado como el de ayer dejó de lamentar cada uno de sus pocos errores.

Tuvo alguno al principio. Andaba a vueltas con la resina de magnesio: el pegamento para que no se le resbalara la raqueta. Pekín es pura humedad. Sudor. Nadal no dejaba de pedir la toalla. Y eso que ya era de noche. Pero ni así baja el termómetro. Al tercer juego del partido, el balear ya quebró el servicio de Hewitt. El australiano no podía. Y echó una moneda al aire. Dio un paso adelante, hacia la red. Le salió cruz. Se pasó el set mirando cómo le pasaban las bolas: 6-1.

Imparable

El inicio de la segunda manga vivió del orgullo de Hewitt. No es un tenista manso. «Vamos», se dijo a gritos cuando se puso por delante. Ahí se le aceleraron las preguntas. Alentadas por la posibilidad de remontar. La respuesta fue una tormenta de raquetazos. El puño izquierdo, cerrado, de Nadal. Y sus piernas. A Hewitt, el tío que estaba enfrente le parecía 'Spiderman'. No había manera de pasarle. En ese quinto juego del segundo set se terminó todo. De ahí al final, sólo quedaba por ver el espíritu indomable del mallorquín. Juega igual con el partido a favor o en contra. A tope. Se puede decir que eso es perfeccionismo, carácter ganador o, simplemente, se le puede poner un nombre: Rafa Nadal.

«Pero el favorito en Pekín es Federer. Esta pista es su preferida», rebajó el mallorquín, cada vez más adaptado a Pekín. «No me quejo del calor. Lo que pasa es que nunca como este año había pasado tanto tiempo fuera de casa. Llevo una temporada muy cargada. Aunque, bueno, ante Hewitt he jugado un gran tenis», añadió. Cansado o no, es ya el único representante español en categoría individual -María José Martínez cayó ayer ante la rusa Dinara Safina y Nuria Llagostera, frente a la china Jie Zhang-.

Sólo queda Rafa Nadal. Hoy vuelve a jugar. En el túnel previo a la chancha le aguarda Igor Andreev, su próximo rival. ¿Qué pensará?