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La histórica paradoja de la cadena perpetua

Denuncian que las sentencias de por vida

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El Gobierno británico lleva cuatro años enfrascado en una de las mayores reformas penales del último medio siglo. El Ejecutivo encabezado por Gordon Brown se ha marcado como objetivo «la actualización» de la normativa que regula las medidas de internamiento en los delitos de sangre.

Curiosamente, en Reino Unido todas las sentencias por asesinato llevan aparejada una condena de cadena perpetua, aunque en la mayoría de los casos el juez suaviza la medida.

Ante esta aparente paradoja, en vigor desde que el país abolió la pena de muerte en 1969, el Gobierno laborista busca «clarificar» las medidas punitivas para «proteger» a los ciudadanos y castigar «adecuadamente» a los condenados. Pese a la reforma, el Ejecutivo de Brown ha subrayado en repetidas ocasiones que su intención no es eliminar la cadena perpetua. La modificación legal establecerá diferentes grados de asesinato y reservará los castigos más severos para los casos más graves. La reforma hecha pública ayer por el Ejecutivo británico, sin embargo, ha avivado un largo debate de fondo sobre la utilidad de la cadena perpetua. Según distintas asociaciones, la medida borra las posibilidades de reinserción de los delincuentes y puede disparar los enfrentamientos en las cárceles.

Un caso paradigmático es el de Robert Maudsley. Encarcelado por asesinato en 1974, el recluso ha matado ya a otros tres internos e incluso llegó a devorar parte del cerebro de uno de ellos. En cualquier caso, apenas una veintena de personas cumplen condena de por vida en las prisiones británicas. Alemania, Italia y Francia también contemplan la cadena perpetua.