TRAGEDIA. Los cadáveres del atentado de Kirkuk son trasladados en camionetas. / REUTERS
MUNDO

Tres mujeres suicidas tiñen de sangre Bagdad y rompen la relativa calma

Los ataques realizados por estas kamikazes junto a otro atentado en Kirkuk provocan medio centenar de muertes en Irak

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La violencia terrorista sacudió ayer Irak como hacía tiempo que no sucedía. Una vez más, a manos de mujeres, una práctica que emplea con asiduidad Al-Qaida, que utiliza como 'kamikazes' a niños y disminuidas físicas y psíquicas para perpetrar sus ataques. Más de 50 personas murieron y alrededor de 250 resultaron heridas ayer en varios atentados en Bagdad y Kirkuk. Esta trágica jornada pone de relieve la fragilidad de la seguridad en el país y viene a empañar el optimismo que han intentado transmitir las autoridades iraquíes y estadounidenses sobre la situación en Irak, donde la violencia ha descendido a su nivel más bajo de los últimos cuatro años.

El primer gran golpe segó la vida a 28 personas e hirió a otras 92 tras la explosión consecutiva de tres bombas cerca del distrito de Karrada, en el centro de Bagdad. Los atentados fueron cometidos por tres mujeres suicidas, un procedimiento al que recurre últimamente la red Al-Qaida debido a que a ellas les resulta más fácil eludir los controles de seguridad, por lo general más estrictos con los hombres. El año pasado la utilización de féminas para cometer este tipo de violencia hubiera sido impensable, pero ahora ya no les importa la opinión de la población. De hecho, en lo que va de año las mujeres han participado en más de 20 atentados suicidas.

Los ataques de ayer volvieron a sembrar el pánico en Bagdad, donde se percibía un escenario más alentador, al coincidir con la llegada masiva a la capital de peregrinos chiíes que acudían al santuario de Kazimiyah, en el noroeste de la capital iraquí. Hasta hoy se espera la llegada de cerca de un millón de personas para participar en esta peregrinación anual, que rinde homenaje a uno de los doce grandes imanes, Moussa ibn Jaafar al-Kadhim.

La identidad de las víctimas aún no ha salido a la luz pública, por lo que se desconoce de momento si son peregrinos. Pero resulta probable que varios de los perjudicados por este suceso sean fieles que se dirigían hacia el santuario en Karrada. Otro de las incógnitas, pese a que todos los indicios apuntan al terrorismo islámico, es conocer a los responsables de las explosiones, ya que ningún grupo se ha atribuido el atentado.

El ataque se produce en un momento de tranquilidad y mayor confianza en la seguridad de Irak. Hasta el punto de que este año se estimaba una mayor afluencia de fieles para la peregrinación de la Kazimiyah. Pese a ese optimismo, siete peregrinos fueron asesinados el domingo a tiros por un grupo armado cuando efectuaban la marcha a pie, procedentes del sur de Irak, predominantemente chií.

Objetivo habitual

Esta romería -un objetivo habitual, al igual que otras celebraciones chiíes, de las fuerzas suníes de Al-Qaida- se cubrió de sangre en 2005, cuando los rumores sobre un atentado con bomba provocaron una fuerte estampida en un puente que conduce al santuario, en la que murieron alrededor de mil personas.

Las explosiones de ayer en la capital, aparentemente coordinadas, han acabado con meses de relativa calma en la ciudad. El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, ha hecho insistentes llamamientos en los últimos meses a los mandatarios extranjeros y a las multinacionales para que se trasladen a Irak, donde, según sus palabras, ha mejorado la situación gracias al aumento de la presencia militar y al apoyo de EE UU.

No fue el único revés que sufrió ayer el país. Otro atentado suicida desató el terror en la ciudad de Kirkuk, en el norte de Irak, que costó la vida de al menos 22 personas y 150 resultaron heridas. La explosión se produjo mientras miles de personas se manifestaban en la ciudad para protestar contra la aprobación en el Parlamento de una polémica ley sobre las elecciones provinciales.