NOMBRAMIENTO. Nicolas Sarkozy mira al cielo en presencia de José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea. / REUTERS
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Kaczynski se venga de Sarkozy

El presidente de Polonia congela la ratificación del Tratado de Lisboa, ya aprobado por el Parlamento de Varsovia, cuando Francia abre su semestre comunitario

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Los hermanos Kaczynski cabalgan de nuevo. Lech, el todavía presidente de Polonia, dijo ayer que no quiere estampar su firma en el Tratado de Lisboa, trámite preceptivo para la promulgación efectiva del documento por parte de su país, donde ha recibido ya el visto bueno del Parlamento. Se trata, de un auténtico golpe de mano del euroescéptico Kaczynski contra la lógica democrática de Polonia, por un lado, y contra la voluntad de la inmensa mayoría de los socios comunitarios, por otro.

El gemelo menos brillante de los dos hermanos -a Jaroslaw lo desalojó Donald Tusk de la jefatura del Gobierno- venía guardándose la carta de su firma en la bocamanga, esperando jugarla en el momento más oportuno para conseguir el descarrilamiento del nuevo Tratado de la Unión. Se ha visto urgido a utilizarla ahora, quizá porque es consciente de que Irlanda se queda sola en la UE. A medida que pasan los días, en la capital europea es cada vez más obvio que quien tiene un problema es Irlanda; y que los demás van a mirar, con gran circunspección, eso sí, lo que hace para salir de él.

Kaczynski ha jugado ahora su carta, además, porque la diplomacia francesa presiona a la República Checa, donde anida otra élite euroescéptica. El ministro galo de Exteriores, Bernard Kouchner, reiteró anteayer en París los mensajes de Sarkozy en la cumbre, advirtiendo a Praga que de no ratificar el Tratado de Lisboa sería contraproducente para los mismos checos, porque las nuevas ampliaciones serían, de facto, imposibles.

Ampliaciones

Cuando Sarkozy manifestó en la pasada cumbre que sin Tratado de Lisboa no habrá más ampliaciones -mirando a la República Checa de reojo, y a su confesado afán porque Croacia acceda a la UE-, se suscitó un debate en diversos foros políticos, en buena medida teórico, sobre si el Tratado de Niza, el que se encuentra en vigor, permite nuevas ampliaciones. Se trataba de un debate teórico, porque si Praga boicotea la entrada en vigor del Tratado de Lisboa Croacia no entrará en la UE. Aunque el documento de Niza lo permita. Las ampliaciones requieren la unanimidad de los socios comunitarios, y Francia -y posiblemente otros miembros- dirá 'no'.

De la misma manera que la irredención de Kaczynski tendrá consecuencias en la aproximación de Ucrania a la UE. Polonia será el socio que más dinero recibirá de Europa hasta 2013, 65.000 millones de euros. Y quiere que Ucrania entre. Naturalmente, no pagaría ni un céntimo en cohesión a Kiev.

¿Esta Lech Kaczynski en una posición de fuerza para lanzar este género de órdagos a la UE? No. Por eso, el primer ministro polaco, Donald Tusk, le pedía ayer a su presidente que reconsiderara su posición. «No quiero que Polonia se vea, sin ninguna razón, en una situación difícil, decía. Queremos que el Tratado entre en vigor y no queremos que Irlanda se vea marginada». La Comisión Europea le recordaba ayer a Kaczynski que «Polonia se comprometió en su día a ratificar el nuevo Tratado» y que él mismo fue un actor destacado en su negociación.