DE VUELTA. Un reponedor devuelve las botellas de aceite de girasol retirado a su sitio.
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El 'súper' ya no pierde aceite

Acaba la crisis del girasol y las garrafas regresan a los establecimientos ante la incredulidad de los consumidores

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La crisis del aceite de girasol ha durado tres días para el Gobierno y una eternidad para los consumidores, que aún dudan de que todo haya acabado. «Aceite de girasol no compramos», le dice José Antonio, de 12 años, a su madre mientras hacían ayer tarde la compra en el Carrefour de Cádiz. La mujer miraba atónita las estanterías semivacías de la gran superficie. «Aunque ya han avisado de que se trata de una falsa alarma, da miedo comprarlo», reconoce Carmen Gómez, de 49 años, antes de seguir a su pequeño por el pasillo de los yogures.

La «falsa alarma» a la que se refiere Carmen es al fin de la alerta alimentaria activada por el Ministerio de Sanidad el pasado viernes. Su titular, Bernat Soria, dio ayer por concluida «la crisis», anunciada tras detectarse varias partidas de aceite de girasol procedente de Ucrania contaminadas y puestas a la venta. Tres días después, nada se sabe sobre la composición exacta del lote «contaminado», que asciende a 3.500 toneladas, según reconoció ayer Félix Lobo, director de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria. Se trata de un producto que mezcla aceite mineral -de menor calidad, y con presencia de hidrocarburos alifáticos- con el líquido habitual. Las botellas han logrado saltar los controles y colarse en las grandes superficies comerciales de España, entre ellas, las gaditanas.

La Delegación provincial de Salud mandaba la orden de «retirar el producto» el viernes. No obstante, hubo algunos regazados y más de dos despistados -entre ellos María, de 25 años, propietaria de un restaurante en la capital gaditana- que no «oyeron la alerta». Así, en las estanterías de los establecimientos aparecía un gran hueco. «Es tremendo que no me haya enterado. He utilizado el aceite para la freidora de mi establecimiento sin el menor reparo», se quejaba ayer María a la salida de un comercio.

Sin una lista oficial de marcas afectadas -«llevaría semanas redactarla», justificó el ministro-, los establecimientos improvisan. En algunos casos se taparon los huecos con garrafas de aceite de oliva, mientras que en otros comercios se optó por la cautala y prefirieron esperar y no cubrir las ausencias que ha generado el aceite de girasol.

«No repondremos hasta que Sanidad no diga las marcas exactas del lote contaminado», señaló un joven reponedor de un centro del grupo Supersol, en Cádiz. Frente a él, etiquetas blancas dibujan una escalera de huecos donde hasta el viernes descansaban las botellas ahora bajo sospecha.

«¿Ya han vuelto?»

«Perdone, ¿hay aceite de girasol?», pregunta una treintañera agarrada a una cesta de ruedas azul. El reponedor frena el carro y saca un par de recipientes, no sin antes rasgar el plástico del embalaje. «Acabo de empezar a reponerlos», dice el chico. El trabajador ignora si hay un criterio marcado para colocar el tipo de marcas en las estanterías. El gerente del centro responde a esta pregunta advirtiendo que «seguimos órdenes de la sede central», sin proporcionar más información.

Las organizadores de consumidores hablan de «confusión» en la gestión de la crisis, según Al Andalus, y de «incertidumbre», según la UCE-Cádiz. Mientras tanto, en la calle prosigue el escepticismo, a pesar del «fin oficial de la crisis».

esanmartin@lavozdigital.es