JOYAS. Martina Klein, que se peinó un moño para la ocasión, posa con el anfitrión de la fiesta, Emiliano Suárez . / E. C.
Gente

Pesan los quilates

Martina Klein, Mar Saura y Naty Abascal lucen en la fiesta de los Suárez increíbles esmeraldas y rubíes 'sangre de pichón'

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hay veces en las que no pesan los kilos ni los años. Pesan los quilates. La fiesta ofrecida por los joyeros Suárez en Madrid fue una de esas raras ocasiones. Y si no que se lo pregunten a Naty Abascal, convencida (y hace bien) de que ella sólo puede llevar joyas enormes, «porque como soy tan grande...».

Se celebraba esa noche que ya es primavera en todas partes, incluido el incomparable mundo de la alta joyería. Ahí, la tendencia para esta temporada de crisis inmobiliaria, frenazo económico y números rojos es, como no podía ser de otra forma, el encarnado rubí. Rubíes magníficos, afectados a su manera por la inflación, pues eran descomunales, y traídos por los Suárez desde Birmania, fueron los auténticos protagonistas de la noche. Rubíes de color sangre pichón, la tonalidad más rara y por ello la más cotizada.

Martina Klein, de nuevo imagen de la colección Veris creada por los joyeros bilbaínos, lucía espléndida con un original buzo bombacho en tono crudo y con escote palabra de honor, de Loewe, y con un pequeño moño en lo alto de la coronilla que dejaba orejas y cuello bien despejados para mostrar al mundo la maravilla de unos pendientes de oro blanco con un rubí central talla pera de 4,21 quilates, rodeado por 3 orlas de brillantes; y un pendentif de oro blanco con rubí central talla pera de 5,25 quilates rodeado por 2 orlas de diamantes y acompañado por una gargantilla de 71 brillantes.

Recién separada

«Pero el auténtico joyón que yo tengo es mi hijo Pablito», aclaró la modelo, por si quedaba alguna duda. Martina, recién separada del músico Álex de la Nuez, tras nueve años de relación, está viviendo esa etapa en la que «me mantengo ocupadísima porque me viene bien no tener tiempo ni para pensar». Ahora, además de modelo, trabaja también como columnista en un diario, y de presentadora en un programa sobre celebrities en el que ella se siente «sólo una currante, aunque a veces me toque estar en el lado del glamour». Sobre su relación con su ex, Martina aseguró que es «bastante civilizada e incluso ejemplar». Pero la vida para ella, «gira ahora mismo en torno a mi hijo y a mi trabajo, donde estoy haciendo un poco de todo, porque a mí es que me gusta meterme en todos los charcos».

Mar Saura rivalizó con Klein en joyerío y hasta cierto punto ganó, pero sólo porque lució una pulsera de otra colección de la misma firma, Élite, con chatones de brillantes cuyo peso sobrepasaba los 35 quilates. «Me fascinan los rubíes», repetía Saura comiéndose las golosas piedras con los ojos. A su lado, María Jurado defendía el azul de sus zafiros. «Mi mejor joya es una que heredé de mi bisabuela», dijo presumiendo de alcurnia... La que fuera novia fugaz de Andrea Casiraghi quiso dejar claro que ella está donde está por haber hecho «veinte películas, con directores tan importantes como Abel Ferrara». Acaba de rodar en Italia y cuando le preguntan por aquel verano loco con Andrea suelta una frase rotunda, digna de titular una peli de James Bond: «El pasado ya no existe». No por nada hay en Ibiza una discoteca que se llama Amnesia...

El que sí se acuerda muy bien de Casiraghi, porque estuvo hace un par de semanas con él, es Mario Vaquerizo. A la fiesta de los Suárez, celebrada esta vez en una sala de arte muy fashion y con el vocalista afroamericano Glen Anthony Henry cantando en directo, Vaquerizo acudió sin su mujer, Alaska. «Es que ella actúa hoy en Lisboa».