ATENTOS. Imagen de una subasta de la Seguridad Social celebrada en enero de 2007. / NURIA REINA
Ciudadanos

El parón inmobiliario generaliza la práctica de las subastas de pisos en la provincia

Las oficinas de venta gaditanas consideran que la crisis es más financiera que de vivienda Las entidades bancarias temen que la morosidad se dispare si el paro sigue hacia arriba

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Una subasta suena a última oportunidad. A quitarse peso de encima. A vender como sea. A desesperación. Aunque también a oportunidad, ganga o negocio. Todo depende de a qué lado del mazo se coloque el protagonista. La subasta es tan antigua como la civilización (la palabra en sí procede del latín) y los tiempos de crisis son propicios para las pujas. Así lo han entendido muchas inmobiliarias, que se han pasado al viejo sistema del remate (también se le llama así) para sacar al mercado en el menor tiempo posible sus viviendas excedentarias.

Cádiz no es una excepción, sino una más. «Ahora hay sobreoferta», anuncia Manuel Rodríguez Sánchez, presidente del Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria en la provincia. Como muestra de la tendencia negativa que ha alcanzado a todo el sector añade un dato revelador: la mitad de las oficinas de venta gaditanas de inmuebles ya ha cerrado. «Los más advenedizos han caído y los más fuertes han tenido que readaptarse», explica. Por ahora, las empresas que están gestionando estos supuestos chollos son de fuera, con lo que hay que afrontarlos con un extra de prudencia, sobre todo, en lo que respecta a las posibles cargas que arrastra cada inmueble. En cualquier caso, empresas del sector que se han lanzado a la red lo han hecho ante la imposibilidad de vender las promociones, lo que les impide ganar cantidades desorbitadas por el inmueble, pero les garantiza, sin embargo, recibir en la puja lo que han invertido en la construcción.

La subasta está de moda, con todo. Hace unos días, la empresa Atisreal (dependiente de BNP Paribas) vendió centenares de casas por internet (una veintena en Cádiz) y cada poco tiempo saca un nuevo lote a escena. La consultora CB Richard Ellis prepara para el 7 de mayo otra gran rifa a petición de inmobiliarias y bancos y seguramente incluya hogares gaditanos. Las páginas dedicadas exclusivamente a las pujas se han multiplicado y al introducir Cádiz en el buscador salen decenas de resultados...

A la caz del culpable

En contra de lo que pueda parecer, el sector inmobiliario gaditano cree que su situación se ha estabilizado (la estadística de precios del Ministerio de Vivienda dada a conocer el viernes ratificó que el mercado provincial resiste mejor) y que los problemas hay que buscarlos en otras oficinas: las bancarias. «Sin duda, estamos en una crisis financiera y no de vivienda. Los bancos no prestan dinero porque no se fían ni de ellos mismos y porque están pagando ahora todo lo que no se contuvieron en su día», subraya Rodríguez-Sánchez, quien asegura que en el reciente Salón Inmobiliario de Madrid (SIMA) todos coincidieron en echarle la culpa a los dueños del dinero. Hace unos días, la Asociación de Promotores y Constructores de Cádiz se quejaba igualmente del repentino exceso de celo en la financiación de las firmas bancarias.

Desde fuentes financieras se admiten los problemas. De momento, el grado de morosidad que soportan está controlado. Los impagados no superan el 1%, concretamente el 0,6%, «pero si los tipos de interés siguen al alza y el paro, como ocurre con la construcción, se mantiene en ascenso, a la vuelta de dos años habrá problemas muy graves», aseveran desde este sector, que no lo ve nada claro. Las mismas fuentes no tienen otro remedio que estar a la expectativa y reconocen que lo primero que caerá en los próximos meses serán los créditos al consumo. Por el contrario, su tranquilidad tiene unos cimientos firmes, que se erigen en la creencia de que «la hipoteca es lo último que se deja de pagar».

Aunque no sólo los agentes privados se han subido a la tarima de la subasta. Tres o cuatro letras sin cubrir provocan la reacción de un banco, que denuncia a su cliente ante el juez y se inicia una ejecución hipotecaria, que puede acabar en el embargo y la posterior subasta del piso en cuestión. El último dato disponible es del cierre de 2007, por lo que sólo recoge la mitad de la crisis (lo peor está llegando ahora), aunque ya vaticinaba el cambio de tendencia, dado que las denuncias de los bancos en 2007 fueron un 20% más numerosas que en 2006 en los juzgados de Cádiz, El Puerto y Jerez, según datos de las propias partidas judiciales.

Después están aquellos empresarios que en su día se sirvieron de su propia casa como aval que respaldase su negocio. A la Seguridad Social no le tiembla la mano y, en cuanto se dejan de pagar las cotizaciones, se inicia el proceso de subasta patrimonial de los bienes del deudor. El próximo miércoles se celebra una subasta de bienes de todo tipo auspiciada por la Tesorería General de la Seguridad Social, si bien un buen número de deudores consigue salvar su casa antes de la puja.

Marcha del Euríbor

¿Cómo se ha llegado a esta situación? El verdadero golpe ha sido la crisis crediticia que rompió el mercado en Estados Unidos el verano pasado. Sin embargo, para un ciudadano cualquiera, el origen todos los males lleva el nombre de Euríbor. La Asociación de Usuarios de Servicios Financieros (Ausbanc) entiende que se ha encendido la luz de alarma en muchas economías familiares. No es para menos. «Las familias han visto cómo el recibo de la hipoteca les ha subido una media de 300 euros en un año, lo que se ha juntado con la letra del préstamo del coche, además de algún pago a plazos suscrito a 12 meses».

Antes (no hace tanto: un año) «el sueldo de uno de los cónyuges se destinaba íntegramente a gastos, pero la situación ha cambiado y ahora es necesario pellizcar del otro sueldo», con lo que se hace imposible llegar a final de mes. ¿La solución? Renegociar las deudas a un interés más clemente. El Gobierno recién estrenado acaba de quitar los recargos al papeleo para dulcificar una hipoteca. Los bancos han proclamado que serán más amables con los clientes apurados que piensen en estos trámites para rehipotecarse.

Tanta disponibilidad tiene una explicación. Al fin y al cabo, la medida más utilizada consiste en ampliar el periodo de amortización, con lo que el banco se asegura más años de atadura. Eso, o resistir, hasta que no se pueda más y comience el proceso de impago que puede acabar en subasta. Para eso sí que hay una salida.

amedina@lavozdigital.es