PRESTIGIO. El gran músico Daniel Baremboin, en pleno discurso tras recibir su premio. / L. V
DANIEL BARENBOIM PIANISTA Y DIRECTOR DE ORQUESTA

«Este premio ayudará a ver el lado humano del conflicto palestino-israelí»

El músico argentino agradece el apoyo de España a su intensa labor pacificadora

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El 25 de octubre de 2002, en el Teatro Campoamor de Oviedo, Felipe de Borbón entregó a Daniel Barenboim el Príncipe de Asturias de la Concordia. Siete años después, el genial músico argentino recibió ayer de manos de doña Letizia el Premio Vocento a los Valores Humanos; un galardón que agradeció «muchísimo de todo corazón» con un improvisado y sentido discurso.

«Me siento muy honrado de recibir este honor, especialmente por ser en España, ya que el proyecto por el que, con razón o sin ella, me felicitáis, lo llevo a cabo desde aquí; tiene su sede en Sevilla», explicó el excepcional pianista, refiriéndose a la orquesta West Eastern Divan, formada por jóvenes palestinos e israelíes de 14 y 25 años procedentes de países como Egipto, Siria, Líbano, Jordania, Túnez o Israel.

Pese a continuar con su intensa actividad como director y pianista, que ayer mismo le llevó a actuar en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, Baremboim dijo en la entrega de los Premios Vocento que su trabajo con la Divan Orchestra es «lo más importante que hago hoy día porque reúne lo mejor de la música, no sólo como algo agradable y excitante, sino también existencial». En opinión del que acaba de convertirse en ciudadano honorífico palestino pese a poseer también la nacionalidad israelí, «todas las fronteras se rompen automáticamente en el momento en que personas que son enemigas encuentran algo que hacer juntas». Y ese es el milagro que ha conseguido la orquesta mixta que formó en 1999 con el ya difunto escritor y «gran amigo» Edward Said, para quien tanto Baremboim como el Príncipe Felipe tuvieron palabras de recuerdo y admiración en la entrega de los Premios Vocento a los Valores Humanos.

Pese a la ilusión y emoción con que el director argentino habla de su proyecto, no quiso perder ayer la oportunidad de volver a reivindicar una solución política para el conflicto árabe israelí, una salida que, para Barenboim, pasa necesariamente por «la alianza entre dos pueblos». «No me hago ilusiones. No soy tan ingenuo de pensar que una orquesta puede suplir las negociaciones o la política, pero sí pienso que debe servir de modelo».

Y explicó por qué: «Al tocar, cada músico está moralmente obligado a exprimirse al máximo, pero, a la vez, a escuchar al otro. Así se pueden imaginar cómo deberían ser las negociaciones políticas: cada parte se exprime, pero debe escuchar también el relato del otro, teniendo presente, como en la música, que el volumen de uno depende del del otro».

Antes de finalizar su intervención, quien diera su primer concierto de piano con tan sólo 7 años conminó a todos los presentes en la Real Fábrica de Tapices a contribuir a que la complicada situación árabe israelí «no sólo se vea como un conflicto militar, sino también como humano»; una percepción a la que, concluyó Barenboim, ha contribuido Vocento al otorgarle el Premio a los Valores Humanos.